Seis de la tarde, la gente se agolpa en la
plaza de la Constitución, probablemente antes conocida como del generalísimo, a un lado de la soga la
juventud inundando el ambiente con su júbilo y carisma, sí, esos personajes con ganas de pasarlo bien, de rezumar alegría, de vivir la vida al límite, aunque a veces sea a costa de los efluvios etílicos, en el otro lado, los súbditos de la dictadura, los descendientes de la
España de "Bienvenido mr. Marshall", las mentes cerradas que se apropian de un
pueblo ... (ver texto completo)