Cuantas veces mis hermanos y yo hemos jugado en esta plazuela, cuantas veces nos caíamos por la
escalera al bajar atropelladamente de
casa para jugar en esta plazuela bajo la mirada de mi madre que desde la
ventana atentamente nos vigilaba, cuantas veces nos mojábamos hasta chorrear en la
fuente que estaba donde hoy está la farola, en fin cuantas veces al cerrar los ojos seguimos viendo esta plazuela, nuestra plazuela, que delante de nuestra casa entonces fue testigo de aquellos años que vivimos
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