Desde este pequeño rinconcito de Viñegra de Moraña y que se puede ver desde muchas partes, he estado pensado en vosotros dos y comprendo vuestra admiración y devoción por nuestro Cristo de la Luz. Estoy seguro que os estará recompensando.
La realidad es que un cayado no camina solo y tampoco se mantiene en vertical por si mismo, para eso, tiene que tener una mano que le sujete y que le lleve por el duro camino de la vida.