En su obra “los
pueblos del silencio” cita Elías Rubio Marcos, hablando de Herramel, un dicho que circulaba por el
valle del alto Arlanzón: “Úzquiza, Herra-
mel, Villorobe y
Alarcia, los cuatro pueblos de la desgracia”. Tres de ellos han desaparecido para dar lugar al
pantano de Úzquiza, (¿será esto el cumplimiento
del dicho popular?), pero Alarcia sigue en pie, porque está más elevado, casi ya fuera del valle,
camino de
Pradoluengo, del que dista 11 kilómetros, mientras que lo separan 36 de la ciudad.
Sus pobladores declararon en las respuestas generales del Catastro del Marqués de la Ensenada en 1752 que pertenecían únicamente al rey, al que pagaban tributos, es decir, era lugar de realengo y su nombre lo encontramos escrito por primera vez hacia el año 1200, según hace constar llorente y el Cartulario del
Monasterio de
San Millán de la Cogolla.
Rábanos,
Villamudria y
Valmala lo rodean por el nordeste, y los ya lejanos
Villasur de Herreros y
Pineda de la Sierra por el sur y el oeste, una vez
desaparecidos los que ha cubierto el pantano.
El Diccionario geográfico de Pascual Madoz le atribuye 46 habitantes en el año 1848. Alguna circunstancia de bonanza tuvo que darse para que sólo 50 años más tarde, en 1900, lo encontremos con 174 habitantes, y que, a pesar de las duras circunstancias de la
primera mitad del siglo XX, se mantuviera en 1950 con 130 personas. la emigración, que no perdona, le ha dejado reducido en el año 2000 a 12 solitarios habitantes