Albacastro es una población prácticamente deshabitada, ya que sus únicos habitantes no residen en la localidad, en avanzado estado de
ruina, situada en el extremo noroeste de la provincia de
Burgos, en un estrecho
valle, junto al
río Sauquillo, en la vertiente norte de Peña
Amaya y Peña Castro, en la comarca de Las Loras.
Albacastro es un topónimo anterior a la romanización, y hace alusión a “la tierra alta” cercana al castro fortificado de Peña Amaya, no conquistada por los
romanos.
Durante la Alta Edad Media Albacastro se encuadraba en el Alfoz de Amaya, pasando en el siglo XIII a pertenecer a la merindad de Villadiego. Su jurisdicción era de señorío y su titularidad recaía en el Duque de Frías.
Su
iglesia dedicada a
San Pedro es un buen ejemplo del
románico rural burgalés. Construida en una buena sillería y mampostería arenisca rosáceas, se halla en la zona más elevada del pequeño y arruinado casco urbano. Asentada sobre una
roca arenisca, sobre un alto zócalo de roca natural, donde la arenisca ha sido tallada para construir la parte inferior de los muros. Se han tallado unos peldaños para facilitar el acceso. Consta de cabecera cuadrada y una nave, con
portada al norte y modesta
torre a los pies. Lo fundamental del conjunto, cabecera, nave y portada es de época
románica. El testero está constituido por un
ventanal finamente labrado.
La despoblación y el abandono al que se ha visto sometido durante las últimas décadas el pequeño
pueblo burgalés, ha propiciado la progresiva destrucción y expolio de su iglesia. Tras realizarse los trabajos de restauración del templo, se ha liberado una portada románica oculta tras la estructura del husillo, constituyendo el renacer del
edificio.
Albacastro es una pequeña, solitaria y arruinada población flanqueada por altas muelas calizas que conforman el típico
paisaje de La Lora.