El Diario Palentino con fecha 28/06/2008, publico un artículo con el titulo "y en la calle sólo el viento", escrito por el alarense RAFAEL PALACIOS LOPEZ, relacionado con este pueblo de Albacastro (Burgos). Y por seguir el hilo a los anteriores mensajes, me permito copiar en este uno de los parrafos del citado artículo:
Hoy me acerque una vez más hasta Albacastro y el solo hecho de entrar en tan atractivo valle es como-debe ser-adentrarse en la gloria. Nadie, nada, sólo el viento.
Las cuatro casas que quedan en pie, tambaleantes y desafiando la ley de la gravedad desde hace siglos, parece como si guardaran algún misterio entre sus ruinas; se confunden y amalgaman como un ruidoso silencio o un silencio que se puede tocar; Al lado de la enorme roca para subir hasta donde se encuentra la iglesia, no queda más remedio que asombrarse y pensar en otros tiempos y otros héroes, hechos que hoy en esta era comoda y acostumbrados al minimo esfuerzo no hacen llevar las manos a la cabeza. Y al pie de aquel calvario el pueblo se ganaba el cielo diariamente todos los dias del año, subiendo -que antes cada pueblo tenía su misa y su sacerdote- hasta la iglesia en invierno, con grandes nevadas, terribles heladas sobre unas rocas dificiles e imposibles, y sin embargo alli estaban los viejos del lugar, con la bufanda errebujada, avanzando entre la vestisca, agarrandose a la niebla hasta tocar la puerta y llegar a la iglesia.
Hoy me acerque una vez más hasta Albacastro y el solo hecho de entrar en tan atractivo valle es como-debe ser-adentrarse en la gloria. Nadie, nada, sólo el viento.
Las cuatro casas que quedan en pie, tambaleantes y desafiando la ley de la gravedad desde hace siglos, parece como si guardaran algún misterio entre sus ruinas; se confunden y amalgaman como un ruidoso silencio o un silencio que se puede tocar; Al lado de la enorme roca para subir hasta donde se encuentra la iglesia, no queda más remedio que asombrarse y pensar en otros tiempos y otros héroes, hechos que hoy en esta era comoda y acostumbrados al minimo esfuerzo no hacen llevar las manos a la cabeza. Y al pie de aquel calvario el pueblo se ganaba el cielo diariamente todos los dias del año, subiendo -que antes cada pueblo tenía su misa y su sacerdote- hasta la iglesia en invierno, con grandes nevadas, terribles heladas sobre unas rocas dificiles e imposibles, y sin embargo alli estaban los viejos del lugar, con la bufanda errebujada, avanzando entre la vestisca, agarrandose a la niebla hasta tocar la puerta y llegar a la iglesia.