En 712, tras la toma de
Toledo, Tariq ibn Zayid persiguió a los godos fugitivos hasta
Amaya, ciudad situada al norte de la península y que estaba enclavada en lo alto de una gran peña considerada inexpugnable desde la que se divisaba la gran llanura de la meseta y que protegía los accesos hacia las
montañas del Cantábrico. Tariq sitió la
roca y finalmente tomó la ciudad. Realizó un sangriento saqueo que provocó una gran mortandad de godos y que generó un enorme botín para los musulmanes y una enorme conmoción entre los cristianos. Luego cruzó los
Campos Góticos y llegó hasta Astorga, desde donde regresó a Toledo.
Las atrocidades realizadas por Tariq en Amaya y Astorga quedaron grabadas en la mente de sus pobladores de tal manera que dos años más tarde, en el 714, ambas ciudades asistieron al paso del
ejército de Muza sin resistirse.
* Ramón Menéndez Pidal.
Historia de
España. Espasa-Calpe.
Madrid, 1964.