El duque Pedro de
Cantabria ha sido sin duda, el más importante personaje conocido que ha vivido en estas tierras junto con su hijo el Rey Alfonso I de
Asturias. Se desconoce cuál era su procedencia geográfica y si tenía o no vinculación sanguínea con los reyes visigodos; posiblemente se trataba de alguien muy bien relacionado con los cántabros de los que debía conseguir que entrasen en la obediencia del Rey de
Toledo, y al parecer, consiguió que gran parte de la zona occidental de la Cantabria histórica, se sometiese al rey visigodo. Hay pie para pensar que quizás tuviese fuertes lazos parentescos con gente aborigen de esta zona, de modo que ello le facilitó la consecución, parece que bastante pacifica, de su objetivo. Fue el verdadero afianzador de los territorios cristianos al Norte y Este de la Cordillera Cantábrica, cuya capital era
Amaya. De hecho, parece ser que fue el principal personaje que salvó algunos elementos del poder visigótico en la zona cantábrica: salvo la institución ducal, logro mantener bajo su control una buena parte de sus territorios de Cantabria y, por lo tanto, conservar dos de los elementos fundamentales de cualquier poder: legitimidad del mismo y territorio y personas bajo su mandato. Por alguna razón no bien conocida la fama histórica de los inicios de la recuperación visigótica se la ha llevado un segundón, un
militar de alto rango que no poseía alta dignidad gubernamental visigótica (BARBERO, Abilio y VIRGIL, Marcelo. 1991, pp. 299 y 300).
* Desiderio Fernández Manjón