Amaya es una pequeña localidad y una Entidad Local Menor del municipio de
Sotresgudo-Tierras de Amaya, situada en la vertiente noroeste de la provincia de
Burgos, al pie de la Peña Amaya, en el extremo meridional de la Lora burgalesa, bañada por el arroyo conocido con
Río Riomance o Riomané, en la comarca de Odra-Pisuerga.
Este
pueblo conserva el antiquísimo nombre prerromano. La raíz del topónimo "Amaya" quiere decir "am (ma)" o "madre", implicando que su nombre Amaya o Amaia es referido a “ciudad madre” o como se denominaría más adelante "capital".
La
historia de esta zona se dilata en el tiempo hasta la época prehistórica, fecha de la que datan los restos hallados de asentamientos cántabros. Amaya existía ya entre los siglos III y II a. c.
Fue capital de los cántabros. Durante las guerras cántabras, Amaya es un asentamiento indígena estratégico clave respecto al cercano campamento
romano de Sasamón. La ocupación
romana de Amaya siguió a la indígena, tuvo, seguramente un carácter predominantemente
militar. Ocupada en el 574 por el rey visigodo Leovigildo, se constituyó en una de las principales
plazas del ducado de
Cantabria. Tenemos constancia de presencia árabe. Tras la rebelión bereber del 740, la zona queda desorganizada y no es hasta el 860 cuando Rodrigo, primer conde de Castilla, por mandato del rey asturiano Ordoño I, repuebla la ciudad. En el siglo XII la población asentada en la Peña se traslada al llano.
Villa que, junto a su
barrio de
Peones formó parte de la Cuadrilla de Amaya en el Partido de Villadiego, uno de los catorce que componían la Intendencia de Burgos. Tenía jurisdicción secular de señorío, siendo su titular el Vizconde de Amaya, quien, a propuesta del Adelantado, nombraba alcalde ordinario.
Un recorrido a través del
casco antiguo del histórico pueblo de Amaya, nos permite permite disfrutar de algunos ejemplos de la
arquitectura propia de la zona.
Sobresale la bella estampa de su
iglesia dedicada a
San Juan Bautista, tardogótica, con añadidos posteriores de época barroca,
portada gótica con pilastrones, archivoltas lisas y remate de decoración floral,
cruz plateresca, robusta
torre del siglo XVI.
Amaya tiene valores naturales, paisajísticos, históricos y arqueológicos, un lugar para gozar de la paz del entorno natural.