Geografía General de España
Los Várdulos, según Plinio y Mela, que como se ha indicado no conocieron los Caristios, comprendían la costa del mar Cantábrico desde el cabo Olearso u Oeaso, hoy cabo la Higuera ó Higuer, hasta la parte más E. de la Cantabria, pequeña provincia en las inmediaciones del Ebro, contigua a los Vascones y que se denominó Cantabria de la célebre ciudad situada sobre Logroño, y la parte en lo Mediterráneo que abrazaba todo el país contenido entre los Berones y los Vascones, cuyo territorio correspondió con corta diferencia al que hoy ocupan las tres provincias Vascongadas.
Los autores que opinan que el nombre de Cántabros se refiere a los que comenzaron a tener una ciudad o ciudades en donde nace el Ebro, dicen que no es fácil averiguar el primitivo origen de ellos, si eran indígenas o advenedizos, pero que por algunas de sus costumbres, y por la particular dureza de su idioma, parece debieron ser originarios de los Celtas-scytas de la banda oriental del Tanais, con los que, en especial los Concanos, tenían de común el beber la sangre de los caballos. Estrabon afirma que tenían muchas costumbres comunes con los Celtas, como el usar vasos de cera, y que eran parecidos a los Celtas de la Tracia y de la Escitia: que estos Cántabros-escitas pasaron desde la Cantabria a la Hibernia lo ha demostrado el citado escritor Villanueva. El cántabro fue siempre muy enemigo del romano; guerrero como dice Josefo hasta el delirio, pues la vida sin guerra la tenía por semejante a la muerte; así es que con facilidad se asalariaban con otra nación para servirla en la guerra. Perdieron su independencia en tiempo de Augusto, que vino en persona a sujetar a los Cántabros y Astures, los cuales no contentos con ser ellos independientes del yugo romano, mandaban a sus vecinos y socios de Roma que se rebelasen. Vino Octaviano, estableció su cuartel general en Sasamón o en Amaya, y por tres partes a un tiempo atacó toda la Cantabria. Cansado de la guerra de montaña, en que sin ganar gloria perdía mucha gente, enfermó, como dice Dion, y se fue a Tarragona encargando la continuación de la guerra a Antistio, y últimamente a Agrippa. Estos vencieron y sujetaron a los Cántabros; siendo esta la última guerra de Octaviano y el último aliento de la libertad española después de doscientos años de conquista. En el terreno cantábrico nacía, según Plinio, el Ebro: el mismo autor nos ha conservado el raro fenómeno de las Fuentes Tamaricas: hablando del imán dice: lapis hic et in Cantabria nascitur y en el cap. XVI, que la Cantabria abundaba en plomo negro.
* D. Juan Bautista Carrasco. Año 1861
Los Várdulos, según Plinio y Mela, que como se ha indicado no conocieron los Caristios, comprendían la costa del mar Cantábrico desde el cabo Olearso u Oeaso, hoy cabo la Higuera ó Higuer, hasta la parte más E. de la Cantabria, pequeña provincia en las inmediaciones del Ebro, contigua a los Vascones y que se denominó Cantabria de la célebre ciudad situada sobre Logroño, y la parte en lo Mediterráneo que abrazaba todo el país contenido entre los Berones y los Vascones, cuyo territorio correspondió con corta diferencia al que hoy ocupan las tres provincias Vascongadas.
Los autores que opinan que el nombre de Cántabros se refiere a los que comenzaron a tener una ciudad o ciudades en donde nace el Ebro, dicen que no es fácil averiguar el primitivo origen de ellos, si eran indígenas o advenedizos, pero que por algunas de sus costumbres, y por la particular dureza de su idioma, parece debieron ser originarios de los Celtas-scytas de la banda oriental del Tanais, con los que, en especial los Concanos, tenían de común el beber la sangre de los caballos. Estrabon afirma que tenían muchas costumbres comunes con los Celtas, como el usar vasos de cera, y que eran parecidos a los Celtas de la Tracia y de la Escitia: que estos Cántabros-escitas pasaron desde la Cantabria a la Hibernia lo ha demostrado el citado escritor Villanueva. El cántabro fue siempre muy enemigo del romano; guerrero como dice Josefo hasta el delirio, pues la vida sin guerra la tenía por semejante a la muerte; así es que con facilidad se asalariaban con otra nación para servirla en la guerra. Perdieron su independencia en tiempo de Augusto, que vino en persona a sujetar a los Cántabros y Astures, los cuales no contentos con ser ellos independientes del yugo romano, mandaban a sus vecinos y socios de Roma que se rebelasen. Vino Octaviano, estableció su cuartel general en Sasamón o en Amaya, y por tres partes a un tiempo atacó toda la Cantabria. Cansado de la guerra de montaña, en que sin ganar gloria perdía mucha gente, enfermó, como dice Dion, y se fue a Tarragona encargando la continuación de la guerra a Antistio, y últimamente a Agrippa. Estos vencieron y sujetaron a los Cántabros; siendo esta la última guerra de Octaviano y el último aliento de la libertad española después de doscientos años de conquista. En el terreno cantábrico nacía, según Plinio, el Ebro: el mismo autor nos ha conservado el raro fenómeno de las Fuentes Tamaricas: hablando del imán dice: lapis hic et in Cantabria nascitur y en el cap. XVI, que la Cantabria abundaba en plomo negro.
* D. Juan Bautista Carrasco. Año 1861