Rastro Heráldico: Amaya
A unas ocho leguas de Burgos, cuatro de Aguilar de Campoo y tres de Villadiego, hubo en lo antiguo una ciudad importante que se llamó sucesivamente Patricia, Aregia o Varegia y después Amaya, y era todavía opulentísima en tiempo de los romanos. Decimos todavía, porque segun se desprende de la historia, estuvo Amaya en el apogeo de su gloria y poderío, no solo antes que las águilas romanas se cernieran sobre nuestra España, sino también antes que pusieran los cimientos de Roma Rómulo y Remo. Con las continuas y sucesivas invasiones, guerras y revoluciones de que ha sido teatro nuestra patria, desapareció la insigne y antigua ciudad de Amaya, legando su nombre al territorio en que floreció, el cual se llamó tierra de Amaya, donde están actualmente y conservan este nombre la villa de Amaya y los pueblos Cañizal de Amaya y San Felices de Amaya. Tomaron también este nombre por apellido los señores de la villa de Amaya, los cuales tuvieron por principales ascendientes a Don Trastamiro y Don Ermigio, hijos de Don Alboazar Ramírez y nietos del rey de León Don Ramiro II. Llevó además este apellido, sin que se lea en la historia el motivo, el infante Don Nuño Álvarez de Amaya, hijo del rey de León Don Alonso V. Juan López de Amaya, comendador de Alarcón en la orden de Santiago, se distinguió en la batalla de las Navas, año 1212. Dos dignos hijos de esta noble casa, Gonzalo Méndez de Amaya y su hermano Don Suero Méndez de Amaya, se distinguieron por sus proezas en Portugal, extendiendo allí el renombre y esplendor de su clara estirpe, y mereciendo que fuera inscrita en el catálogo de la nobleza de aquel reino, donde tantos varones ilustres ha producido esta línea de la casa de Amaya. Floreció además en Navarra un noble linaje del apellido Maya, y aunque dice Ocariz que son dos distintos linajes, parece que traen unas mismas armas, que son:
Escudo partido; el 1. º jaquelado con nueve piezas de plata y nueve de sable; el 2. ° de plata y dos lobos de sable; bordura del 2.º de gules y diez y ocho aspas de oro.
* Nobiliario de los Reinos y Señoríos de España. Por D. Francisco Piferrer, año 1858.
A unas ocho leguas de Burgos, cuatro de Aguilar de Campoo y tres de Villadiego, hubo en lo antiguo una ciudad importante que se llamó sucesivamente Patricia, Aregia o Varegia y después Amaya, y era todavía opulentísima en tiempo de los romanos. Decimos todavía, porque segun se desprende de la historia, estuvo Amaya en el apogeo de su gloria y poderío, no solo antes que las águilas romanas se cernieran sobre nuestra España, sino también antes que pusieran los cimientos de Roma Rómulo y Remo. Con las continuas y sucesivas invasiones, guerras y revoluciones de que ha sido teatro nuestra patria, desapareció la insigne y antigua ciudad de Amaya, legando su nombre al territorio en que floreció, el cual se llamó tierra de Amaya, donde están actualmente y conservan este nombre la villa de Amaya y los pueblos Cañizal de Amaya y San Felices de Amaya. Tomaron también este nombre por apellido los señores de la villa de Amaya, los cuales tuvieron por principales ascendientes a Don Trastamiro y Don Ermigio, hijos de Don Alboazar Ramírez y nietos del rey de León Don Ramiro II. Llevó además este apellido, sin que se lea en la historia el motivo, el infante Don Nuño Álvarez de Amaya, hijo del rey de León Don Alonso V. Juan López de Amaya, comendador de Alarcón en la orden de Santiago, se distinguió en la batalla de las Navas, año 1212. Dos dignos hijos de esta noble casa, Gonzalo Méndez de Amaya y su hermano Don Suero Méndez de Amaya, se distinguieron por sus proezas en Portugal, extendiendo allí el renombre y esplendor de su clara estirpe, y mereciendo que fuera inscrita en el catálogo de la nobleza de aquel reino, donde tantos varones ilustres ha producido esta línea de la casa de Amaya. Floreció además en Navarra un noble linaje del apellido Maya, y aunque dice Ocariz que son dos distintos linajes, parece que traen unas mismas armas, que son:
Escudo partido; el 1. º jaquelado con nueve piezas de plata y nueve de sable; el 2. ° de plata y dos lobos de sable; bordura del 2.º de gules y diez y ocho aspas de oro.
* Nobiliario de los Reinos y Señoríos de España. Por D. Francisco Piferrer, año 1858.