La Mesa de Salomón (rey de Israel, 978-931 a. C.)
Los reyes visigodos mantuvieron también a estilo romano en sujeción la Cantabria. Ponían al frente de ella un duque omnipotente; y condes a él sujetos y con igual jurisdicción militar y civil, cuidaban de las populosas ciudades.
La Patricia de Amaya, cabeza del territorio, coronando muy tajada peña que aún retiene su nombre, ufanábase con el magnífico templo catedral, y con los palacios del Duque y del Obispo. A lugar tan fuerte y a los demás de las provincias cántabra y astur que un día tuvieron inolvidable arrojo para contrastar la pujanza latina, refugiáronse los más leales próceres visigodos, llenos de espanto al ver caer en manos del atrevido agareno los alcázares valentísimos de Écija, Granada, Mentesa, Toledo y la ciudad del Henares. El afortunado caudillo, el sagaz Tarik, vuela en pos de los fugitivos, ansioso de riqueza; burla por Buitrago el valladar de Guadarrama; desciende a las llanuras del Duratón y el Eresma; alcanza y apresa en Olmedo al sobrino del infeliz monarca Rodrigo, que pretendía salvar mucho del tesoro de los reyes godos, y con ello se apodera de la mesa de Salomón, cuyos bordes y pies, tantos en número como dias tiene el año, eran de verde y sin igual esmeralda. No se detiene hasta el corazón de los cántabros; sabe que los godos en sus fortalezas son leones, en sus caballos águilas, en sus carros mujeres, y que el león no se libra del bien tendido lazo. Aportilla las soberbias torres de Amaya, oprime a todos sus habitantes, coge portentoso botin de oro, perlas, jacintos, rubíes, telas preciadísimas y rebaños, sin cuento, de hombres y ganados; cautiva míseramente infinitos nobles; devasta los campos góticos y la ciudad Astorga; no queda iglesia a que no ponga fuego, ni campana que no haga pedazos; establece presidio de judíos en lugares oportunos; y regresa a Toledo por Octubre de 711, a los tres meses de su inesperada y para nosotros ignominiosa victoria en los campos andaluces.
* El Libro de Santoña: Don Aureliano Fernández-Guerra, año MDCCCLXXII.
Los reyes visigodos mantuvieron también a estilo romano en sujeción la Cantabria. Ponían al frente de ella un duque omnipotente; y condes a él sujetos y con igual jurisdicción militar y civil, cuidaban de las populosas ciudades.
La Patricia de Amaya, cabeza del territorio, coronando muy tajada peña que aún retiene su nombre, ufanábase con el magnífico templo catedral, y con los palacios del Duque y del Obispo. A lugar tan fuerte y a los demás de las provincias cántabra y astur que un día tuvieron inolvidable arrojo para contrastar la pujanza latina, refugiáronse los más leales próceres visigodos, llenos de espanto al ver caer en manos del atrevido agareno los alcázares valentísimos de Écija, Granada, Mentesa, Toledo y la ciudad del Henares. El afortunado caudillo, el sagaz Tarik, vuela en pos de los fugitivos, ansioso de riqueza; burla por Buitrago el valladar de Guadarrama; desciende a las llanuras del Duratón y el Eresma; alcanza y apresa en Olmedo al sobrino del infeliz monarca Rodrigo, que pretendía salvar mucho del tesoro de los reyes godos, y con ello se apodera de la mesa de Salomón, cuyos bordes y pies, tantos en número como dias tiene el año, eran de verde y sin igual esmeralda. No se detiene hasta el corazón de los cántabros; sabe que los godos en sus fortalezas son leones, en sus caballos águilas, en sus carros mujeres, y que el león no se libra del bien tendido lazo. Aportilla las soberbias torres de Amaya, oprime a todos sus habitantes, coge portentoso botin de oro, perlas, jacintos, rubíes, telas preciadísimas y rebaños, sin cuento, de hombres y ganados; cautiva míseramente infinitos nobles; devasta los campos góticos y la ciudad Astorga; no queda iglesia a que no ponga fuego, ni campana que no haga pedazos; establece presidio de judíos en lugares oportunos; y regresa a Toledo por Octubre de 711, a los tres meses de su inesperada y para nosotros ignominiosa victoria en los campos andaluces.
* El Libro de Santoña: Don Aureliano Fernández-Guerra, año MDCCCLXXII.