La antigua
Iglesia de
San Juan Bautista, ubicada en la capital ribereña de
Aranda de Duero, se encuentra situada en un pequeño promontorio bordeado por los
ríos Duero y Bañuelos.
Su origen debe asociarse al momento de consolidación de la villa, proceso que debemos situar en las décadas posteriores a la conquista de
Toledo, en 1085, y consiguiente normalización de la sociedad cristiana instalada en las proximidades del Duero y en las llanuras que prolongan la Meseta Norte desde el curso de este
río hasta el Sistema Central.
Los restos románicos de la
torre-
campanario delatan una construcción previa, que podemos situar a finales del siglo XII, momento en el que la villa se deja abrazar por una
muralla defensiva de cierto porte, de la que alguno de los muros de esta iglesia, y su propia torre, podrían haber formado parte.
La construcción que hoy podemos contemplar se inició a mediados del siglo XIV y no finalizó hasta bien entrado el siglo XV. Como fue habitual en buena parte de estos siglos, las penurias económicas y las frecuentes guerras derivaron en una lentitud constructiva de
naturaleza casi crónica, que afectó a éste y a otros muchos templos de nuestra geografía.
La iglesia de San Juan, concebida para ser un templo grandioso a la manera
gótica, hubo de darse por concluida de manera precipitada, dadas las necesidades imperiosas que imponía la celebración del culto. El mejor ejemplo de esta premura en la construcción lo observamos en la
fachada sur de estilo
gótico burgalés del siglo XV, con unas dimensiones desproporcionadas para lo que representa el volumen de la iglesia.
El momento histórico más importante que tuvo a este templo como escenario privilegiado se produjo en 1473, cuando en ella se celebró el Concilio Provincial de la Archidiócesis de Toledo presidido por el obispo Don Alonso Carrillo de Acuña. Como era frecuente en este tipo de asambleas, las inquietudes religiosas se mezclaban con las políticas.
En este caso, el objetivo era doble: por un lado, poner fin al relajamiento disciplinar y moral en que había caído gran parte del clero regular; y, en segundo, intentar unificar voluntades a favor de la causa isabelina, precisamente en el momento más comprometido de lucha por el trono de Castilla tras la muerte de Enrique IV, en la que se enfrentaban los partidarios de Juana la Beltraneja, hija del difunto monarca, y el bando de Isabel, hermana de este mismo rey.
Como es sabido, el conflicto se resolvió a favor de ésta última, que en 1474 sería coronada como Isabel I de Castilla. Destaca su magnífica fachada gótica en el lado sur, de principios del siglo XV, compuesta por una
puerta abocinada con nueve
arcos ojivales concéntricos apoyados sobre
columnas adosadas al muro.
El conjunto se halla flanqueado por dos pilares fasciculados, rematados en agujas. El tímpano está presidido por una talla renacentista en
piedra de San Juan Bautista colocada en el siglo XVII. El interior es severo y desproporcionado, y se compone de tres naves bastante amplias cubiertas con
bóveda de crucería.
Hacia la mitad de la nave del evangelio se abre la
capilla conocida como de las “Calderonas”, del siglo XV, a la que se accede por un
arco de medio punto con casetones, decorado con ovas y motivos vegetales. En ella encontramos la figura yacente del desconocido fundador en un arcosolio, de estilo renacentista, y a la derecha un interesante
retablo plateresco del primer tercio del siglo XVI. Está formado por banco, dos cuerpos, cinco
calles y un remate con decoraciones de época posterior. Está presidido por una imagen de
Santa Catalina, y contiene una serie de tablas pintadas con los
santos más destacados.
Durante los siglos XVII y XVIII, el templo fue sometido a una serie de modificaciones. Visualmente, algunas de las más significativas fueron el encalado y enlosado de la iglesia tras la prohibición en el siglo XVIII de llevar a cabo enterramientos en las
iglesias.
En 1757-58 se realizó el actual retablo mayor, de estilo barroco clasicista, perfectamente adaptado al marco arquitectónico. Consta de banco y cuerpo principal tetrástilo de orden compuesto y remate. Está presidido por una imagen de Nuestra Señora del Carmen y sobre ella se coloca la del titular de la
parroquia, San Juan Bautista.
Los relieves dispuestos en las calles laterales, originalmente policromados, son del siglo XVI y proceden del retablo anterior, al igual que el
Calvario que remata la estructura. A finales del siglo XVIII, Trifón Jiménez se encargó del jaspeado y charolado.
Otro retablo de interés es el situado en el lado de la Epístola, presidido por una
estatua ecuestre de Santiago de estilo rococó.
En la actualidad, el templo acoge el
Museo de
Arte Sacro, que reúne una muestra permanente de obras procedentes de las iglesias de Aranda de Duero. Entre las piezas custodiadas destacan algunas interesantes
esculturas, pinturas y piezas textiles y de orfebrería de los siglos XVI, XVII y XVIII.