Posteriormente la migración de
pueblos belgas a la península trajo una nueva tribu celta al entorno, la de los arévacos. Esta habría desplazado a los primeros hacia las
montañas y se habría asentado en la región. El hallazgo de dos ejemplares de as, monedas con la inscripción "Aratsa-Cos" situarían una ceca en la villa, e identificarían
Aranda de Duero con la ciudad arévaca de Aratza.