Tras derrotar a Cartago, causa primera de la intervención
romana en Hispania, Roma comienza a expandirse hacia el interior del territorio, acercándose cada vez más a territorio arévaco. La primera aparición romana en estas tierras puede datarse en el 135 a. C. cuando Publio Cornelio Escipión, en el contexto del enfrentamiento entre Roma y Numancia, marcha desde Cauca hasta Numancia, atraviesa el Duero e incendia los
campos de los vacceos, para privar a los numantinos de trigo y víveres.