Dentro del espeso follaje anida un saurio, pero en realidad es el tronco madre de un moral de incalculable edad. ¿Quinientos?, ¿mil?, ¿dos mil años? Quizá el saurio sea un dinosaurio, y entonces nos vamos al jurásico de los morales. Tiene cuerpo alargado el bicho, y ojos, y hocico pronunciado, parece un lagarto dormido. Se mueve en la
sombra de su propia selva, reptilando sigilosamente al llegar la hoja, y en
invierno se mantiene inmóvil, reservando fuerzas para los siglos de moras que vienen. Tiene su piel
color blanco cenizal, y es por antiguos líquenes, hermanos menores acogidos, cuya edad está también por determinar. En algunas
iglesias colgaron pieles de caimanes, exvotos con reminiscencias americanas, en
Araúzo de Salce no hizo falta, pues cuando construyeron la suya ya vivía uno de verdad, en el viejo moral, que no es un salce ni un sauce.
La
iglesia, dedicada a la Asunción de Nuestra Señora, es renacentista, de una nave con
bóvedas de
piedra y nervaturas en la cabecera. El resto estuvo artesonado hasta mediados del siglo XX, en que fue sustituido, por su mal estado, por una mala cubierta. Tiene una superficie aproximada de 143 m² y ocho de altura. El
ábside es rectangular con contrafuertes en
esquinas. La
portada es clasicista al exterior, de medio punto, con pilastrones y tejaroz, y
románica sencilla al interior. la
torre es cuadrada, con canes lisos en
alero, tres huecos y dos
campanas.
La
pila es románica con
arcos rústicos y el
retablo mayor es rococó de J. Francisco de Rivas, 1736, con una
Virgen gótica del XV. Destacan dos imágenes de la Anunciación y una Piedad.
En el atrio hay dos antiquísimos
árboles.
Sus libros parroquiales comienzan en 1565.
En su territorio se ha descubierto un yacimiento arqueológico del Paleolítico, uno
Romano y dos
Medievales. Y además, uno posiblemente de la Edad de Hierro, dos posibles
Romanos y cinco de época sin determinar