En el siglo X, este
pueblo aparece, en los documentos, como adtaporka con una referencia al jabalí, que abundaría por estos
montes del mismo nombre. Coronando el altozano, que domina la población, se alza orgullosa, en formas y materiales, la
iglesia, dedicada a
San Martín Obispo, que presenta un
campanario cuadrado y óculo renacentista; un
ábside rectangular con contrafuertes; y una
portada clasicista con pilastrones,
arco de medio punto y
frontón, bajo
pórtico de arco rebajado y
reja de forja; todo en una admirable sillería de
piedra caliza. En el interior, presenta una planta renacentista de una nave y dos
capillas laterales con pilastrones,
arcos y
bóvedas estrelladas desiguales de piedra.
Pila de copa lisa y base circular moldurada.
El
retablo mayor es barroco con Inmaculada, San Martín a
caballo, Asunción y relieves de la vida de San Martín, el patrón de la villa; tablas de pintura de los Evangelistas; y en sagrario, San Pedro y San Pablo. Otro con Crucificado, San Pedro y San Pablo y relieve de San Francisco.
Otro con imagen de la Coronación y lienzos de San Francisco, San Antonio, San Esteban, San Bernardino y San Jerónimo, deteriorados. Otro neoclásico con
Virgen del Rosario, San Vicente,
Santo Domingo y San Roque. Varios lienzos modernos. Como piezas sueltas, destacar un Crucificado de pared en
cruz moderna y Virgen del Rosario. En orfebrería, cruz plateresca con repujados, dorados y macolla con
columnas, s. XVI, y otra de metal repujado; custodia con templete, sol y rayos, de Lucas Zaldibia?, s. XVII; píxide
gótica, cáliz plateresco y otras piezas dignas; un crucifijo de marfil. Cajonería de cuatro cuerpos. Arca eucarística. Caja fuerte de hierro. Aguamanil avenerado.