Viernes 26 de noviembre de 2010
Delfina
INICIO
Ap 20, 1-4. 11-21, 2: Los muertos fueron juzgados según sus obras.
Salmo: 83: Ésta es la morada de Dios con los hombres.
Lc 21, 29-33: Sepan entonces que se acerca el reino de Dios
Ayer el evangelio nos presentaba de manera simbólica el cómo será la venida definitiva de nuestro salvador Jesús y lo significativo de esa venida gloriosa para la comunidad de creyentes; hoy, por medio de esta parábola, Jesús confirma la pronta venida del reino de Dios a la humanidad, advirtiendo a sus discípulos de la necesidad de estar atentos a los signos de los tiempos, al caminar en la fe de la comunidad, a los problemas que obstaculizan ese caminar, y a las diferentes soluciones transformadoras que dan a esos problemas. Sólo así los discípulos y las comunidades cristianas podrán descubrir en su propia historia la presencia liberadora de Dios. Es importante tener claro que Jesús no precisa el momento exacto en que irrumpirá definitivamente el reino de Dios en el mundo; es más bien una invitación a los creyentes de todos los tiempos a estar firmes en la esperanza proclamada por Jesús, es decir, vivir con alegría, fidelidad y perseverancia los valores que identifican el reinado de nuestro Padre Dios. Es necesario que como Iglesia nos mantengamos firmes en todo momento en esa esperanza que profesamos, pues nuestra misión en el mundo es ser esperanza, luz y sal para la humanidad.
Delfina
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Ap 20, 1-4. 11-21, 2: Los muertos fueron juzgados según sus obras.
Salmo: 83: Ésta es la morada de Dios con los hombres.
Lc 21, 29-33: Sepan entonces que se acerca el reino de Dios
Ayer el evangelio nos presentaba de manera simbólica el cómo será la venida definitiva de nuestro salvador Jesús y lo significativo de esa venida gloriosa para la comunidad de creyentes; hoy, por medio de esta parábola, Jesús confirma la pronta venida del reino de Dios a la humanidad, advirtiendo a sus discípulos de la necesidad de estar atentos a los signos de los tiempos, al caminar en la fe de la comunidad, a los problemas que obstaculizan ese caminar, y a las diferentes soluciones transformadoras que dan a esos problemas. Sólo así los discípulos y las comunidades cristianas podrán descubrir en su propia historia la presencia liberadora de Dios. Es importante tener claro que Jesús no precisa el momento exacto en que irrumpirá definitivamente el reino de Dios en el mundo; es más bien una invitación a los creyentes de todos los tiempos a estar firmes en la esperanza proclamada por Jesús, es decir, vivir con alegría, fidelidad y perseverancia los valores que identifican el reinado de nuestro Padre Dios. Es necesario que como Iglesia nos mantengamos firmes en todo momento en esa esperanza que profesamos, pues nuestra misión en el mundo es ser esperanza, luz y sal para la humanidad.