Sinfonía de formas/
colores, sinfonía de biodiversidad en nuestros
pueblos.
Barrio de Muñó
El jilguero europeo (Carduelis carduelis) o cardelina es un ave paseriforme perteneciente a la
familia de los fringílidos. Es común en el Paleártico occidental, tanto en Europa como en el Norte de África y parte de Asia occidental. En
España había en 2003 alrededor de 2,8 millones de ejemplares. Es un ave granívora, que se alimenta de semillas de
girasol, trigo, algunos
insectos en la
estación de cría y sobre todo de las semillas de los cardos. Desde tiempos antiguos es criado en cautividad debido a su alegre canto, el cual está compuesto por trinos que para algunos autores son parecidos a los de los canarios y para otros no ya que este es más melódico y armonioso, entre ellos el criador Gerundense Ismael Mohamed con una amplia experiencia criándolos y educándolos en cautividad, se le conocen dos códigos de canto a nivel de concurso en España, el (canto limpio) y el (canto campero), siendo de entre todas sus subespecies el (parva) el mejor dotado para el canto según la gran mayoría de aficionados al canto del jilguero.
Descripción
Presenta una longitud de 11-13,5 cm, una envergadura de 21-25,5 cm, un peso de 14-19 g y una longevidad de siete a diez años (en cautividad) El jilguero europeo presenta una cabeza tricolor con máscara facial roja y alas negras con franja amarilla.
El plumaje adulto se caracteriza por una cabeza muy distintiva y conspicua, con aspecto tricolor, máscara facial roja, y dibujo cefálico blanco y negro. El pico es típico y adaptado a su alimentación. Cónico, esbelto, afilado, de
color pálido. Por otra parte, el cuerpo en la parte anterior es blanquecino, bordeado de ocre, mientras que la parte posterior marronácea. El ala muy distintiva y conspicua, tanto con el ave
posada, como en vuelo. Negra, con ancha franja alar amarilla; manchas blancas en la punta de las rémiges de tamaño variable, en función del desgaste. La cola es negra, escotada, presentando rectrices con puntas blancas.
El plumaje
juvenil presentan alas idénticas a los adultos, una cabeza y cuerpo gris pardo uniforme y jaspeado. Adquiere el típico dibujo cefálico tricolor tras la primera muda parcial en
otoño. Existen también plumajes intermedios, los cuales son indistinguibles del adulto excepto con el ave en mano, en cuyo caso, dependiendo de la época y el ciclo de muda, se aprecia por rémiges, cobertoras alares y rectrices.
El macho y la hembra son muy parecidos, apenas existe dimorfismo sexual. Con el ave en la mano, o bien en condiciones de observación muy favorables, el macho presenta mayor cantidad de rojo en la cara, y plumillas nasales generalmente más oscuras. La variación estacional es inexistente, no obstante, el desgaste progresivo del plumaje, reduce (e incluso elimina) las puntas blancas de rémiges y rectrices, recuperándolas tras la muda completa postnupcial.
Debido a su cabeza tricolor, y a su conspicua coloración alar, resulta inconfundible con otras especies. Los ejemplares juveniles pueden inducir a cierta confusión con hembras e inmaduros de otros fringílidos marronáceos, pero solo en caso de que la observación no incluya el ala.
Los ciclos de muda en juveniles es parcial durante el
verano, mientras que en adultos la muda es completa también durante el verano.
Distribución y hábitat
El jilguero europeo se distribuye a lo largo del paleártico occidental. Suele habitar lindes de bosques, sotos, campiñas, zonas agrícolas,
parques,
jardines,
huertos, frutaledas y, en general cualquier zona herbácea, en especial si existe abundancia de cardos (alimento predilecto de la especie); la clave es presencia mínima de arbolado. Cría sin dificultades en pueblos y ciudades.
Muestra predilección por ambientes calurosos, siendo menos frecuente observarlo a medida que aumenta la altitud. Ha sido citado en los Alpes suizos a 2400 m s. n. m.; en los Pirineos catalanes a 2000 m s. n. m., y en
Sierra Nevada a 1850 m s. n. m..
Su predilección por las plantas ruderales, especialmente cardos y centaureas, explica las altas abundancias de jilgueros en vegas y olivares, hábitats que aportan
árboles para emplazar el
nido, y terrenos despejados donde buscar semillas.
En migración resulta ubicuo. En
invierno también frecuenta yermos y otras zonas abiertas aunque no estén arboladas.
Comportamiento
Reproducción
Nido
Normalmente suelen criar dos veces durante un año. La primera puesta comienza a mediados de marzo o principio de abril. La segunda puesta se realiza a continuación de la primera. Raramente se producen tres puestas.
La puesta consta de cinco o seis huevos de color blanco con finas motas rojizas. La incubación dura entre doce y trece días, período en el que con frecuencia el macho alimenta a su pareja en el nido. El nido, construido casi exclusivamente por la hembra, tiene forma de copa y se instala en las horquillas de las ramas más altas de algunos árboles o arbustos.
Los polluelos, que son nidícolas, abandonan el nido y se independizan de los padres a los quince días aproximadamente, alcanzan el plumaje definitivo tras la muda
otoñal.
Migración
El jilguero europeo se comporta como parcialmente migrador. Las poblaciones norteñas migran al sur; los cuarteles de invierno se sitúan en la zona mediterránea. Las poblaciones meridionales pueden ser sedentarias, errantes, e incluso migradoras hacia el norte de África. La migración es diurna, en grupos más o menos numerosos. El paso migratorio es prolongado; el grueso de la migración otoñal se produce entre septiembre y noviembre; el de la
primavera se produce entre febrero y mayo.
En regiones como España se considera un migrador parcial, recibiendo invernantes procedentes de Centroeuropa; el paso otoñal se produce sobre todo en octubre y noviembre, y la vuelta transcurre entre marzo y mayo.
Los individuos ibéricos parecen abandonar mayoritariamente muchas de sus localidades de cría para desplazarse al norte de África, dando lugar a una espectacular concentración otoñal en el estrecho de Gibraltar, donde resulta ser el fringílido más abundante en migración al unirse con migradores más norteños; en este sentido se han citado altísimas densidades al sur de
Cádiz del orden de sesenta y cinco aves por cada diez hectáreas.