Esta bella iglesia nos trae infantiles recuerdos a quienes, en la década de los cincuenta y con apenas unos añitos, teníamos que subir desde Hoyos para oír la misa los domingos que no veía el cura (D. Marciano) a decirla a nuestro pueblo; en realidad solía ser domingos alternos. Nunca se nos ocurrió escurrirnos porque la que nos esperaba era de órdago a la mayor.
Vaya manera de esforzar cuerpos y voluntades. todo sea con nostalgia, sin ninguna acritud; los tiempos no se pueden modificar.
Me contesto a mí mismo lo cual es algo preocupante por mí mismo y por los demás.
Hace dos semanas estuve en este bellísimo y muy cuidado
pueblo. Nuestros vecinos están recuperando su pueblo, hasta la última
piedra.
Lo tienen muy cuidado. Creo que con
Santa Coloma y Moradillo allá se andan.
Uno se siente orgulloso de haber nacido en este entorno en que los vecinos -y los nuevos vecinos que tienen raíces lejanas- estén haciendo de sus respectivos
pueblos bellísimos centros urbanos.