LA GRAN CARRERA DE VELOCÍPEDOS
SAN SEBASTIAN-
MADRID. 1895
A finales del siglo XIX el éxito del “
caballo de acero”, como así llamaban al velocípedo, era ya notorio, sobre todo en las clases acomodadas. No tan bien lo veían los arrieros y carreteros que lo consideraban un intruso en los
caminos.
La afición iba creciendo y en el año 1.895, el Club Velocípedo Madrileño decide organizar una espectacular carrera entre San Sebastián, ciudad de moda en los veraneos de la burguesía, y Madrid. Con una distancia de 535 km., jamás se había desarrollado una prueba de tal envergadura en
España.
Dicha prueba sería un acontecimiento nacional y prueba de ello es la presencia de S. M. la Reina Regente Maria Cristina en la salida de la prueba.
El recorrido se haría por el
Camino Real pasando por Vitoria,
Burgos, para continuar por
Valladolid y el
puerto de Guadarrama hasta llegar a Madrid. Si bien el trazado era mas largo que la ruta por Aranda de Duero, seguía una recorrido paralelo al novedoso ferrocarril y la línea de telégrafo lo cual facilitaría el seguimiento informativo de la carrera.
Además la
carretera por Aranda se encontraba en un estado tan lamentable que haría prácticamente inviable la prueba por esta ruta.
Esto no quiere decir que la carretera elegida se encontrara en perfecto estado. El cómodo ferrocarril estaba desbancando el trasporte por carretera y con ello su cuidado y el camino era una cinta polvorienta de grava llena de baches, barro y largos surcos producidos por las llantas de los
carros que provocaban frecuentes caídas y un gran esfuerzo a los velocipedistas que transitaban por ellas.
LA PRUEBA
El día elegido para la prueba fue el 14 de septiembre de 1895, con tal mala fortuna que fue con luna nueva lo cual no facilitó el desarrollo de la prueba en su desarrollo
nocturno.
Tomaron parte de la prueba ocho acreditados sporsman. No era un desafío al alcance de cualquiera.
La salida se dió a la diez de la mañana en la
playa de la Concha en calor de multitudes. Los corredores pedalearon nada mas comenzar la prueba a un ritmo infernal a través de los
pueblos del
valle del Oria rumbo al Puerto de Echegarate, según decían los reporteros en sus crónicas telegráficas a ritmo de el
tren correo, noticia acogida con fervor entusiasmo por aficionados de toda la geografía, y comentadas luego al calor de los cafés.
Cinco horas y media después, sobre las 3 y media de la tarde,
el favorito de la prueba, D. Orencio Pedrós, llegaba a Vitoria donde estaba el primer jurado de firma. Media hora después llegaba Gomila, y bastante mas rezagados Elgueta y Lapuente. Los otros cuatro participantes, Echevarrena, Caballero, Coll y Gimeno estaban prontamente desfondados y en la capital alavesa abandonaron la prueba, para vergüenza de ellos.
Pedrós rodaba fuerte en cabeza y en la Puebla de Arganzón al avisar con la bocina a un carretero asustó sus mulas y este se revolvío y puñal en mano fue a por Pedrós. Por fortuna un automóvil de la organización seguía al ciclista y con revolver en mano consiguieron aplacar las iras del carretero.
Tras atravesar Miranda de Ebro y el desfiladero de Pancorbo, Pedros hace entrada en
Briviesca pasadas las ocho y media de la tarde, cuando la
noche ya se echaba encima.
Aquí reza G. Sagudo como persona que le tomo el tiempo. (pudo ser el Diputado Gregorio Sagredo?)
Pedrós había perdido su
farol de carburo y en Briviesca le facilitaron uno, de escasa iluminación pero que le permitió llegar a Burgos pasadas las once de la noche, donde consiguió otro de mas luminosidad suficiente para ver en la oscura noche que estaba.
Tenía ya una cómoda ventaja de una hora sobre Gomila, el segundo corredor, y mayor aún sobre los otros dos velocipedistas Elgueta y Lapuente, que iban juntos aunque bastante rezagados.
A las seis de la mañana, tras pasar toda la noche pedaleando, Pedrós llega a Valladolid aún con oscuridad y ya con una cómoda ventaja de dos horas sobre Gomila, que realizaba paradas mas largas que Pedrós para reponer fuerzas y alimentarse, siendo habitual para ello los caldos con jerez y huevos.
Ya al alba Pedrós llegaba a Olmedo, con la vista puesta en la
Sierra de Navacerrada, el último gran esfuerzo antes de abordar la ansiada meta.
Con gran esfuerzo pasa por el Alto del
León donde ya ve la llanada de Madrid. Desciende veloz el puerto hacia Guadarrama y Villalva, donde ya son cientos los velocipedistas que desde la capital se han desplazado a recibir la carrera, y en clamor de multitudes hace la última parte de la gesta hasta Madrid donde en el
paseo de la Florida se había instalado una carpa con la meta.
Pedrós hace entrada en la ansiada meta pasadas las ocho de la tarde, tras 34 horas desde su partida en San Sebastian y sin notorios signos de fatiga. Tres horas después pasa por ella Gomila y una hora mas tarde lo hace Elgueta, que había perdido a su compañero de travesía, este, en la bajada del Puerto de Guadarrama perdió la cadena de su velocípedo y al no encontrar otra en el
pueblo de Guadarrama, llegó horas después en tren a Madrid, no pudiendo completar por poco el periplo.
Foto: Recreación Daniel G. M.