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Riada de 1874 Plaza Santo Domingo de Guzmán, BURGOS

Cuando paseamos por el Centro Histórico de Burgos y llegamos a la Plaza Mayor, a mucha gente le llama la atención la presencia de dos marcas con pintura roja con dos fechas en los soportales del Ayuntamiento de Burgos. Todavía sorprende más la explicación de su presencia. Ambas marcas señalan el nivel que el agua alcanzó en dos momentos de la historia de nuestra ciudad, 1874 y 1930. Y sorprende porque el río más cercano a la Casa Consistorial es el Arlanzón. Es un río, generalmente, con poco caudal de agua y perfectamente encauzado en el Paseo del Espolón.

Se han cumplido ya el 90 aniversario de la última de esas dos terribles inundaciones, un 5 de junio de 1930. Pero no son estas las únicas riadas que ha sufrido Burgos. Probablemente tampoco han sido las más graves. Desde luego, sí son las más conocidas por su cercanía en el tiempo y por la huella que han dejado en forma de rayas rojas que podemos ver en la Plaza Mayor de Burgos.

INUNDACIONES EN BURGOS. SIGLO XVI
Las inundaciones de 1874 y 1930 no son las primeras de las que hay evidencia documental en la historia deBurgos. El Cronicón de Cardeña menciona los estragos que causó una avenida el 24 de Febrero de 1286 y la destrucción del Puente de Santa María.

En el siglo XVI hay constancia de, al menos, otras dos importantes riadas. Ambas causaron un gran número de fallecidos e importantes daños en varios puentes de la ciudad. Tuvieron lugar en enero 1527 y mayo de 1582.

En 1527, tras el rápido deshielo que siguió a una copiosa nevada, la riada se llevó varias vidas y arrasó, otra vez, el Puente de Santa María. Como cuentan las crónicas de la época: “El condestable D. Íñigo Fernandez de Velasco pasó á caballo con otros 20 para socorrer á las monjas de Santa Dorotea, y cuando ya entraba en el barrio de Vega fué el hundimiento del puente últimamente citado, salvándose por minutos de una muerte segura. Quedó la ciudad en un estado muy lastimoso y los daños fueron inmensos."

Inmediatamente después de la riada se planteó la reconstrucción del Puente de Santa María, presentando sus proyectos Diego de Siloé y Francisco de Colonia. Pero, de nuevo, otras inundaciones en 1582 se llevaron por delante parte de las obras.

INUNDACIONES EN BURGOS. 11 de Junio de 1874
La inundación más grave en Burgos, desde las del siglo XVI, es la ocurrida el 11 de junio de 1874. Por la tarde, tras una gran granizada y lluvia constante, las aguas del río Arlanzón comenzaron a inundar viviendas del Paseo de la Quinta. Ya de madrugada el río Pico entró en la ciudad por las actuales calles de Santander y San Juan, extendiéndose rápidamente por el resto. En la Plaza de la Constitución (actual Plaza Mayor) el agua llegó a alcanzar una altura de 2,75 metros.

Para bajar el nivel se abrieron zanjas en el Espolón, tratando de evacuar el agua hacia el río Arlanzón. También se construyeron balsas para evacuar a los vecinos afectados. El caudal comenzó a descender al filo del mediodía.

La historia no tardaría en repetirse. Casualmente, de nuevo, un mes de junio.

INUNDACIONES EN BURGOS. 5 DE JUNIO DE 1930
Solamente los burgaleses de más edad pueden contar en primera persona la gran inundación del 5 de junio de 1930. Una vez más, el agua pilló desprevenida a la mayor parte de la población. El suceso se originó tras una gran tormenta que hizo que subiera el nivel de los tres ríos de Burgos, Arlanzón, Pico y Vena. Estos dos últimos se desbordaron hasta inundar por completo calles, plazas y comercios del centro de la ciudad.

Las lluvias caídas sobre la capital la madrugada anterior no aventuraban nada fuera de lo habitual. Pero a apenas unos kilómetros al norte un verdadero diluvio motivó la inmensa crecida del Pico y el Vena. De hecho, los burgaleses empezaron el día con normalidad. Hasta que súbitamente el torrente de agua alcanzó las céntricas plazas Mayor y de Prim (junto a la Casa del Cordón).

Burgos con el agua al cuello
En su rápido avance el agua por las calles de La Moneda, San Juan, San Lorenzo y de La Paloma arrasó con todo lo que encontraba en su camino. Sobre todo, afectando a los locales comerciales recién abiertos ese día.

Inmediatamente se movilizaron todos los medios disponibles. El entonces alcalde de Burgos, Eloy García de Quevedo, solicitaba en un telegrama ayuda urgente a la División Hidráulica del Duero: "Ciudad inundada desbordamiento río Vena incalculables perjuicios urgentísimo venga ingeniero". Todos los medios de la ciudad, policía urbana y bomberos, se destinaron a intentar bajar el caudal del agua. Como medida desesperada, igual que se había hecho en 1874, se cavaron zanjas en el Paseo del Espolón para evacuar el agua al río Arlanzón. Sin embargo nada impidió que el nivel del agua alcanzara 1,78 metros de altura en la Plaza Mayor.

Poco a poco, a media tarde, la riada comenzó a decrecer para dejar paso a una noche algo más tranquila.

Durante toda la jornada se vivieron tanto escenas heroicas. Una de ellas la protagonizó el capitán de Caballería Cabrera. Se lanzó al agua al rescate de varias personas que pedían auxilio desde el comercio Los Chicos. También se comentó la actuación de Joaquín Tinao. Desde Arcos trajo su barca para recorrer el centro de Burgos ayudando a quien lo necesitaba.

El día después
El aspecto que presentaba la ciudad de Burgos el día después a la riada era desolador. Los locales comerciales amanecieron cubiertos por el barro con el género perdido. La Calle Santander, por la que entró el torrente de agua, estaba arrasada con el pavimento completamente levantado. El Paseo del Espolón también ha quedado convertido en un inmenso lodazal. Asimismo los jardines de la Plaza Mayor estaban destruidos.

El desastre dejó a muchas de familias burgalesas sin hogar y a decenas de comerciantes sin su medio de vida. Fueron muchos los damnificados que solicitaron ayudas al Consistorio. Sin embargo, las ayudas del Gobierno a la ciudad fueron escasas.

La inundación motivó importantes intervenciones urbanísticas para evitar que se volviera a repetir. Pronto comenzaron a alzarse voces pidiendo una solución para evitar futuros percances similares. Desde el ayuntamiento se promovieron nuevas obras de encauzamiento de los ríos Pico y Vena. Asimismo el ensanchamiento de algunas calles para evitar su colapso.

También ayudó a prevenir avenidas la finalización, en 1933, del Embalse de Arlanzón y, mucho más tarde (1989), la puesta en marcha de un segundo embalse en el río Arlanzón, el Embalse de Úzquiza.

Por suerte, las intervenciones fueron adecuadas y no se volvieron a repetir en Burgos inundaciones tan dañinas como las de 1930 y 1874. Pero ahí ha quedado ese curioso recuerdo en los pilares de la Casa Consistorial de Burgos.