al
edificio de la Capitanía General, desde cuyo
balcón principal se asumió todos los poderes de la Junta de Defensa...
La construcción del
Palacio de Capitanía
EL 16 de julio de 1903 la Comisión especial de Capitanía propone al
Ayuntamiento que se ordene el derribo del Palacio de las Cuatro
Torres.
Es en este momento precisamente cuando el Ayuntamiento de
Burgos toma la valiente decisión de elevar un edificio de nueva planta, diseñado a propósito para albergar y cubrir las necesidades existentes, tanto en el sentido de oficinas, como de viviendas y
salón para actos oficiales, además de acuartelamiento de alguna tropa, con las consiguientes caballerizas y cocheras. Todo el programa de necesidades existente en aquel momento va a tener cabida aquí.
El proyecto de construcción de la nueva sede para la Capitanía General se había encargado al arquitecto municipal D. Saturnino Martínez y Ruiz
Estilo arquitectónico
El edificio es en materia tecnológica, propio de su época; tan sólo se guarda una apariencia estética en su configuración exterior, que hace referencia al pasado. No se tratará, efectivamente, de una obra genial a la altura de las grandes creaciones miguelangelescas, pero a través de una voluntad de eclecticismo y a partir de un estilo
gótico, el proyectista logra llevar a cabo una solución magistral de los distintos problemas de diseño. Los diversos elementos góticos y
medievales se utilizan y combinan de una manera tan llena de acierto que, hemos de manifestar, que sin duda alguna, es una verdadera obra de
arte y que el empleo de tal estilo en la ciudad y concretamente en la zona urbana de que se trata, spone asimismo un acierto definitivo.
De ayer a hoy
Desde la construcción de la sede de la IV Región
Militar,
España ha sufrido importantes y numerosos cambios. Este presuntuoso palacio ha sido testigo en poco tiempo de etapas cruciales de la
Historia reciente de España: de la II República española, de una dura y sangrienta Guerra Civil y de una dictadura cruel y represora de cuarenta años. Sin embargo, cuando paseamos por la recién remodelada
Plaza de Alonso Martínez, parece que el tiempo no pasa para este singular edificio castrense. Sigue manteniendo su esencia, su origen y, lo más importante, su inigualable belleza. Que así sigan las cosas.