Edificado en 1916, el
Palacio Arzobispal destaca por su estilo neorrenacentista. Su construcción se debió a la necesidad de dotar al arzobispado de una nueva sede tras el derribo del antiguo palacio situado en la
Plaza del Rey
San Fernando, junto a la
Catedral. Los arquitectos del nuevo
edificio fueron Javier Lurque y Julián de Apráiz.
Su elegante diseño está inspirado en el eclecticismo de finales del siglo XIX, que integra distintos elementos estilísticos de
tradición histórica con predominio de los de evocación renacentista y barroca.
En el remate de la
fachada pueden apreciarse un
escudo episcopal, medallones con los evangelistas, el escudo de
Burgos y el jarrón mariano de azucenas.