El
Arco de
Santa María es uno de los
monumentos más emblemáticos de la ciudad de
Burgos, comunidad autónoma de
Castilla y León,
España. Una de las antiguas doce
puertas de acceso a la ciudad en la Edad Media, comunica el
puente de Santa María, sobre el
río Arlanzón, con la
plaza del Rey
San Fernando, donde se yergue la
catedral.
Historia
Inicialmente conocida como «
Puerta de la Puente de Yuso», la actual traza comienza su construcción en el siglo XIV-XV, a la que pertenece todo el interior, la
torre y la
fachada que mira a la Catedral. En el siglo siguiente, concretamente entre 1536 y 1553, fue remodelado totalmente por Juan de Vallejo y Francisco de Colonia, dando lugar a la entrada realizada con la típica
piedra caliza blanca burgalesa, en esta ocasión proveniente de las canteras de Hontoria de la Cantera que puede contemplarse en la actualidad. Una puerta más simple debió de existir con anterioridad, ya que el Poema del Mio Cid la cita como el punto de entrada y salida de la ciudad empleado por el Cid cuando le reclamaban sus correrías guerreras. El Arco estuvo ocupado por el Consistorio burgalés hasta la construcción de la nueva
Casa Consistorial (obra de Fernando González de Lara) en el siglo XVIII. Entre los años 1878 y 1955 fue sede del
Museo Arqueológico Provincial de Burgos y en 1943 fue declarado
Monumento Histórico-
Artístico Nacional.
En la actualidad está abierto al público en calidad de
Centro Cultural Histórico Artístico, con espacios museístico y para
exposiciones temporales.
Exterior
Detalle de la fachada.
La puerta fue concebida a manera de gran arco triunfal, con organización de
retablo labrado o manposteado en piedra y con un remate almenado a modo de castillete, lo que hace del conjunto un monumento arquitectónico bastante singular. En las seis
hornacinas principales, dispuestas en dos cuerpos y tres
calles, se encuentran personajes importantes de la historia de la ciudad y de Castilla: los Jueces de Castilla (Nuño Rasura y Laín Calvo); los condes Diego Rodríguez Porcelos, fundador de la ciudad, y Fernán González, primer conde independiente de Castilla; el Cid; y el emperador Carlos I, a quien dedicó la ciudad el Arco para congraciarse con él tras las revueltas comuneras.
Sobre ellos, con bultos de menor tamaño, se sitúan dos maceros municipales en los extremos de una balconada abalaustrada y el ángel custodio de Burgos sosteniendo una reproducción de la ciudad. Por encima se encuentran cuatro gárgolas que sirven de desagües. Presidiendo todo se encuentra la
Virgen Santa María, patrona de Burgos como defensora de la ciudad.
El autor de las
estatuas es el
escultor Ochoa de Arteaga. El paramento está tachonado de aspilleras, lo flanquean dos
torres cilíndricas y lo rematan cuatro escaraguaitas o garitas decorativas.
El arco está cubierto con una
bóveda de crucería, accediéndose a esta bóveda por un arco de medio punto, en cuyo intradós hay restos de pinturas alegóricas del siglo XVII, en la fachada principal, y por otro trespuntado en la fachada posterior. La fachada posterior, sencilla, data del siglo xiv; en ella hay una galería de piedra bajo el
tejado, sostenida por ménsulas de madera.
Interior
Sala principal.
En el interior del Arco, unas
escaleras de origen
medieval dan acceso a la sala principal, reformada en la actualidad, aunque conserva un fragmento de yeserías mudéjares, procedentes del
castillo de Burgos; en esta sala destaca un gran mural del pintor burgalés José Vela Zanetti dedicado al Conde Fernán González y a la independencia de Castilla. La sala, que ocupa dos plantas, está cerrada por una cristalera decorada con el
escudo de la ciudad.
Desde esta se puede acceder a la Sala de Poridad,
salón octogonal en el que se reunía el concejo de Burgos hasta 1780. Esta sala tiene un bello artesonado mudéjar. En sus muros pueden admirarse pinturas del siglo xvi que representan al emperador Carlos V, a Felipe II y a los próceres castellanos, Fernán González, Rodrigo Díaz de Vivar, y los jueces Laín Calvo y Nuño Rasura, puestos como ejemplo de buen gobierno en el lugar donde se reunían los regidores del Concejo burgalés.
Alberga interesantes objetos históricos que recuerdan la condición que tiene Burgos de Cabeza de Castilla: el cuadro "El Cid y Doña Jimena" del artista burgalés Marceliano Santa María; un hueso del Cid Campeador; la medida patrón de la vara castellana; la antigua puerta blindada de acceso al archivo del Arco; el sillón en que se sentaban los legendarios jueces castellanos para administrar justicia; una reproducción de la espada Tizona del Cid, obra del orfebre Maese Calvo, que es también autor de bellos
escudos circulares dedicados al Cid y al conde Fernán González; puede verse un
pendón de Castilla
bordado en oro y otros objetos variados pertenecientes al Concejo de la ciudad. Desde esta sala se puede acceder a una de las torres cilíndricas del exterior.
En la planta superior, accesible por una
escalera de caracol, se ubica, en una pequeña habitación, el Museo de
Farmacia. La colección de tarros de boticario procede del desaparecido
Hospital de San Juan, cuya botica fue de las más importantes de España, regida por farmacéuticos como Fray Tomás de Paredes y Fray Esteban de Villa.