La nave central de la
Catedral de
Burgos se encuentra reforzada por una serie de dobles arbotantes que sirven para contrarrestar el fuerte empuje de las
bóvedas. Estos
arcos rampantes también son utilizados para evacuar, por medio de un
canal y una gárgola, las
aguas recogidas en el
tejado. Arbotantes tan llamativos como los burgaleses solo aparecen en las grandes
catedrales francesas. Los más parecidos son los de Notre Dame de París.