La plaza de la Libertad, desde una ventana de la Casa del Cordón. A la izda. el Polvorilla, enfrente las traseras del Ojeda. Con un bello trazado de octógonos y pentágonos en su pavimento, vemos en un hueco en el suelo a un niño agachado, y tres escalones que daban acceso a las aguas de un manantial, de aguas sulfurosas, que venían bien para no se que dolencia, aunque olían a huevos podridos.