ROMANCE DEL REY DON PEDRO EL CRUEL
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Por los campos de Jerez
a la caza va el Rey Don Pedro;
en llegando a una laguna,
allí quiso ver un vuelo.
Vido volar una garza,
disparóle un sacre nuevo,
remontárale un nebli, (1)
a sus pies cayera muerto.
A sus pies cayó el nebli,
túvolo por mal agüero.
Tanto volaba la Garza,
parece llegar al cielo.
Por donde la garza sube
vió bajar un bulto negro;
mientras más se acercaba el bulto,
más temor le va poniendo,
con el abajarse tanto,
parece llegar al suelo
delante de su caballo,
a cinco pasos del trecho.
De él salió un pastorcico,
sale llorando y gimiendo,
la cabeza desgreñada,
revuelto trae el cabello,
con los pies llenos de abrojos,
y el cuerpò lleno de vello;
en la, mano una culebra,
y en la otra un puñal sangriento,
en el hombro una mortaja,
una calavera al cuello;
a su lado, de, trailla
traia un perro negro
los aullidos que daba,
a todos ponian gran miedo,
y a grandes voces decía:
Morirás, el Rey Don Pedro,
que mataste sin justicia
los mejores de tu reino:
mataste tu propio hermano,
el Mestre, sin consejo,
y desterraste a tu madre,
a Dios darás cuenta de ello.
Tienes presa a Doña blanca,
enojaste a Dios por ello,
que si tornas a quererla
darte ha Dios un heredero,
y si no, por cierto sepas
te vendrá desmán por ello:
serán malas las tus hijas
por tu culpa y mal gobierno,
y tu hermano Don Enrique
te habrá de heredar el reino,
morirás a puñaladas,
tu casa será el infierno.
Todo esto recontado,
desapareció el bulto negro.
ANÓNIMO
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Por los campos de Jerez
a la caza va el Rey Don Pedro;
en llegando a una laguna,
allí quiso ver un vuelo.
Vido volar una garza,
disparóle un sacre nuevo,
remontárale un nebli, (1)
a sus pies cayera muerto.
A sus pies cayó el nebli,
túvolo por mal agüero.
Tanto volaba la Garza,
parece llegar al cielo.
Por donde la garza sube
vió bajar un bulto negro;
mientras más se acercaba el bulto,
más temor le va poniendo,
con el abajarse tanto,
parece llegar al suelo
delante de su caballo,
a cinco pasos del trecho.
De él salió un pastorcico,
sale llorando y gimiendo,
la cabeza desgreñada,
revuelto trae el cabello,
con los pies llenos de abrojos,
y el cuerpò lleno de vello;
en la, mano una culebra,
y en la otra un puñal sangriento,
en el hombro una mortaja,
una calavera al cuello;
a su lado, de, trailla
traia un perro negro
los aullidos que daba,
a todos ponian gran miedo,
y a grandes voces decía:
Morirás, el Rey Don Pedro,
que mataste sin justicia
los mejores de tu reino:
mataste tu propio hermano,
el Mestre, sin consejo,
y desterraste a tu madre,
a Dios darás cuenta de ello.
Tienes presa a Doña blanca,
enojaste a Dios por ello,
que si tornas a quererla
darte ha Dios un heredero,
y si no, por cierto sepas
te vendrá desmán por ello:
serán malas las tus hijas
por tu culpa y mal gobierno,
y tu hermano Don Enrique
te habrá de heredar el reino,
morirás a puñaladas,
tu casa será el infierno.
Todo esto recontado,
desapareció el bulto negro.
ANÓNIMO
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