Tras la lección de mi abuelo y de mi tío, volví a alejarme a descubrir mundo. Pronto me encontré en medio de los campos observando un espino por aquí, unas mimbreras por allá, unas espadañas que crecían en un charco, las ranas que cantaban en él e infinidad de grillos por todas partes. Pero lo más sorprendente era el canto penetrante y lejano de un ave que, atentamente escuchada una y otra vez, parecía que dijera "coreche, coreche", pero anteponiendo un sonido gutural que no sabría describir. Pero ... (ver texto completo)