En
Burgos, la llegada del
verano marca la época en la que fruterías y
mercados se visten de gala para recibir un regalo de la
naturaleza: las
cerezas del
Valle de Las Caderechas
Cuando ya se han agotado esos apetitosos
frutos de las otras zonas productoras del país entran en escena los procedentes de ese paradisiaco valle burebano.
Al ser las más tardías de
España, destacan por su matizado equilibrio entre dulzor y acidez. Otro valor añadido de estas cerezas burgalesas —en la provincia también son muy apreciadas las procedentes de Covarrubias— es que su consumo se alarga, por lo menos en algunas variedades, hasta comienzos del mes de agosto.
La calidad de las cerezas de Caderechas está amparada por su Marca de Garantía, un distintivo oficial que certifica que los frutos han sido cultivados, recolectados y comercializados cumpliendo unos exigentes parámetros de calidad y respeto al medio ambiente.
Un cuidado del entorno natural al que los consumidores responsables podemos contribuir comprando alguna de las diez variedades de
cereza cultivadas en la zona.
Cada una tiene una presencia, un olor, un sabor y una textura diferentes que convierten su degustación en un placer para los sentidos.
Cada vez que catemos una cereza de Las Caderechas nos va a quedar un ensoñador retrogusto que nos transportará a ese bello
rincón, de privilegiado microclima, que todos los meses de abril se viste con el blanco y milagroso
manto de sus miles de
cerezos en
flor.