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Casas con buena piedra, dos con escudos y una con terraza solarium, CARAZO

Carazo es un municipio y una pequeña y amable localidad de la provincia de Burgos, en un valle al pie de la Peña que lleva su nombre, en la comarca de Sierra de La Demanda y Pinares.
El origen lejano de Carazo lo demuestra la existencia de restos arqueológicos de varios castros celtas, precisamente en el monte Soncarazo. La civilización romana también dejaría sus huellas en distintos pagos del término de Carazo, en forma de vías que pasaban cercanas a la población actual, como la calzada que unía Clunia con Tritium Magallum. También dejaron huella en el interior del pueblo, donde se han encontrado restos en la Serna.
Su nombre aparece escrito por primera vez en el año 969 en el cartulario del Monasterio de San Pedro de Arlanza, “tres agros in Carazo”.
En la Edad Media, era una de las pocas villas que no dependía de Salas de los Infantes, ya que en el siglo XIV era una de las pertenencias de don Nuño de Lara y don Pedro de Haro; esta situación se alargó hasta el año 1432, época en la cual Carazo pasó a manos de Pedro Fernández de Velasco, que le fue cedida mediante el Monasterio benedictino de Santo Domingo de Silos.
Pese a ser un pequeño pueblo, cuenta con un gran patrimonio histórico. Destaca la Torre de Carazo, unos restos de una antigua fortaleza. Otro lugar de interés que no podemos dejar de visitar es la Iglesia dedicada a Santa Eugenia, data del siglo XVI y en ella destaca su retablo de madera policromada con la imagen de la santa, y su pila bautismal de arte románico.
Al oeste del pueblo hay una ermita dedicada a Nuestra Señora del Sol con fragmentos de estelas medievales.
Durante muchos años la agricultura y la ganadería han sido los motores de la economía de este pequeño pueblo burgalés, sin embargo, en los últimos años se ha producido un notable ascenso del turismo rural.
El río Mataviejas cruza todo el pueblo y camino de Silos abre un desfiladero, estrecho y sinuoso. Frente al monte de “Soncarazo”, se encuentra otro monte, el “Enebral”, que esconde en su cima un extenso sabinar.