Abajo, a la izquierda, se aprecia la sombra que produce el hueco donde dejaba mi padre, Calixto, el jarro de vino; al fresco, para no tener que entrar hasta el fondo de la bodega cada vez que le apetecía echar "un traguillo". Había que remojar la garganta cuando se secaba de charlar con su hermano Inocente, su cuñado Felipe y sus convecinos de bodega: Gregorio, Sabiniano, Eli, Raimundo y algun otro que no recuerdo ahora. Eso si era un buen foro, ¡y no se pasaba sed!.
Jaime
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