Castrillo de Murcia celebra el domingo siguiente al
Corpus Christi, su
fiesta religiosa más popular, “El Colacho”.
Esta fiesta de
tradición que mezcla ritos paganos y católicos y representa el triunfo del bien sobre el mal, se remonta a 1620. Tiene su precedente en las pantomimas y
juegos de
teatro romano de la Edad Media y aunque sus orígenes no están del todo claros, algunos historiadores creen que podría haber comenzado como ritual de la fertilidad.
El Colacho, un personaje grotesco que representa al diablo, ataviado con un atuendo de brillantes
colores y una máscara, recorre las
calles del
pueblo fustigando con una cola de
caballo a las gentes del pueblo que lo increpan. Cuando los tambores anuncian la llegada del atabalero vestido de negro y con él aparecen los hombres devotos para expulsar al mal, da comienzo el salto del Colacho.
Por las calles por las que transita el Colacho hay lechos con bebés nacidos durante ese año, y este demonio salta sobre ellos con un gran salto. Esto tiene un significado. Y es que todo este
juego con el Colacho representa el mal y la herejía, y la fe del pueblo logra vencer al mal con el Sacramento de la Eucaristía.
El Colacho intentará interrumpir los festejos que se celebran durante esa semana para evitar que el Bien triunfe sobre el Mal. Pero como cada año, será él el que acabe saliendo escaldado y terminará huyendo para gozo y jolgorio de todos los habitantes de un pueblo que vive con pasión esta fiesta tan particular.
El Colacho es una festividad considerada de Interés Turístico Nacional.