IGLESIA DE CEBOLLEROS
A la iglesia de mi pueblo
bien quisiera yo cantar,
pues son muchos los recuerdos
que alcanzo a rememorar;
pero aquí, por abreviar,
a ello sí renunciaré,
y tan sólo expresaré
lo que ya seguido va.
Anclada queda en el tiempo,
viendo los siglos pasar;
con su campanario enhiesto
y erguido en el roquedal,
dispuesto para anunciar,
campanas tañendo al viento,
cualquier acaecimiento
que al pueblo pueda tocar.
Ella guarda por nosotros
la pila de cristianar,
que escuchó nuestros sollozos
bajo el agua bautismal;
y, yendo aún más allá,
también nos hace presente
la vida de los ausentes,
que se nos fueron en paz.
Es la nave que nos traza
el buen rumbo hacia otro mar,
donde un puerto nos aguarda
tras seguro navegar;
siempre a bordo acogerá
a cuantos sigan su estela
con destino al mar de estrellas,
en el que al fin anclará.
< J. Luis Martínez González
A la iglesia de mi pueblo
bien quisiera yo cantar,
pues son muchos los recuerdos
que alcanzo a rememorar;
pero aquí, por abreviar,
a ello sí renunciaré,
y tan sólo expresaré
lo que ya seguido va.
Anclada queda en el tiempo,
viendo los siglos pasar;
con su campanario enhiesto
y erguido en el roquedal,
dispuesto para anunciar,
campanas tañendo al viento,
cualquier acaecimiento
que al pueblo pueda tocar.
Ella guarda por nosotros
la pila de cristianar,
que escuchó nuestros sollozos
bajo el agua bautismal;
y, yendo aún más allá,
también nos hace presente
la vida de los ausentes,
que se nos fueron en paz.
Es la nave que nos traza
el buen rumbo hacia otro mar,
donde un puerto nos aguarda
tras seguro navegar;
siempre a bordo acogerá
a cuantos sigan su estela
con destino al mar de estrellas,
en el que al fin anclará.
< J. Luis Martínez González