CERNéGULA asomando por la hondonada del Vallejo, entre la Corraliza y La Cuesta.
El Vallejo, que hoy está lleno de hierbas, estuvo durante años trillado por las pisadas de las ‘cernaulinas’ (y ‘cernaulinos’, para ser políticamente correctos) que iban a excavar las patatas al Páramo y por los carros tirados por bueyes que acarreaban las cosechas.
¡Cuántos recuerdos no guardarán estos parajes! ¿Cuántos susurros, chascalliros y cotilleos no habrán oído estas piedras?
El Vallejo, que hoy está lleno de hierbas, estuvo durante años trillado por las pisadas de las ‘cernaulinas’ (y ‘cernaulinos’, para ser políticamente correctos) que iban a excavar las patatas al Páramo y por los carros tirados por bueyes que acarreaban las cosechas.
¡Cuántos recuerdos no guardarán estos parajes! ¿Cuántos susurros, chascalliros y cotilleos no habrán oído estas piedras?