Cuando en el año 1976 abandonaron el lugar los dos últimos pobladores, parecía que el
pueblo estaba llamado a una rápida desaparición. De hecho Elías
Rubio Marcos lo hace figurar en su obra “los
pueblos del silencio”. Sin embargo, seguimos encontrando vida cuando nos adentramos por una
carretera blanca
que parte de la que une
Burgos con Villarcayo hacia la derecha, en busca de las Torcas y llegamos, después de 4 km, a
COBOS JUNTO A lA MOlINA, junto al
río de la Molina y el antiguo ferrocarril “Santander-Mediterráneo”, a 25 km de Burgos.
La Molina de Ubierna,
Tobes y Rahedo,
Melgosa,
Quintanarruz,
Hontomín y
Villalbilla Sobresierra lo arropan a su alrededor.
Gozó de la protección del rey, al que pagaban tributos, es decir, era lugar de realengo, según consta en el Catastro del Marqués de la Ensenada y el padre Enrique Flórez en su memorable obra “
España sagrada” hace figurar su nombre, por primera vez, datándolo hacia 1250 entre los pueblos que contribuían a la mitra burgalesa.
Cincuenta y cuatro habitantes poblaban el lugar en el año 1848, al decir de Pascual Madoz en su Diccionario geográfico. Había más que duplicado, como casi todos los pueblos de provincia, sus habitantes en la segunda mitad del siglo XIX hasta presentar en 1900 un censo de 120 personas. En el año 1950
conservaba todavía 93 habitantes, que iniciaron una rápida emigración. En el año 2000 son varias las
casas arregladas y habitadas en fines de semana y
tiempos de vacaciones, aunque nadie vive allí de modo habitual.