Colina, también conocida como Colina de Losa, es una diminuta localidad del municipio burgalés de Junta de Traslaloma, situada en el extremo septentrional de esta provincia burgalesa, en el extremo occidental del
valle de Losa, en un pequeño vallecillo a
caballo entre las estribaciones montañosas que lo separan de la depresión del Mena y el paso hacia el Valle de Losa, en la
monumental e histórica comarca de Las Merindades.
La población, como tantas otras del entorno, tiene su origen del proceso de organización y estructuración del territorio de Vardulia a partir de comienzos del siglo IX.
La documentación guarda un silencio casi sepulcral en relación a esta villa que se incluye dentro de la merindad de Castilla Vieja. Era lugar de realengo, pues gozaba de la protección del rey, al que pagaba tributos. La economía de esta población, se ha centrado en la estabilidad actividad agraria y en especial en el cultivo de la patata.
Aquí nos interesa especialmente su
iglesia parroquial. El templo dedicado a Nuestra Señora de la Expectación es una de las joyas del
románico rural de la citada comarca burgalesa de las Merindades. Construido en la segunda mitad del siglo XII, ha sufrido importantes alteraciones, pero se conservan bastante bien sus partes fundamentales: la nave, el
ábside semicircular y la
portada de poniente. El elemento escultórico más interesante de todo el conjunto es su portada, protegida por un
pórtico, con una iconografía singular y una exquisita decoración en
columnas, arquivoltas,
capiteles y bajorrelieves a base de motivos geométricos, vegetales y fantásticos.
La villa de Colina nos espera en un entorno con un claro contraste entre las escarpadas crestas rocosas de las
montes de la Peña y las curiosas formaciones geológicas que, a modo de cráteres lunares, nos separan de la cercana Merindad de Montija.