El
torreón de
Covarrubias es el único superviviente de la red de fortificaciones que Fernán González tenía a lo largo del
río Arlanza. Está declarado conjunto Histórico-
Artístico desde el año 1931, es de Titularidad Privada y se compone de Torreón (Siglo X),
Murallas (Siglo XII) y Caserón Solariego (Siglo XVIII).
El Torreón se construye en el año 942, el mismo en el que se funda Castilla, motivo por el que hablamos del primer
edificio defensivo Castellano y a la vez del primer símbolo de Castilla, ya que según parece Fernán González utilizó para identificarse en la batalla un Vexilo de Guerra de
color ocre y con un torreón trapezoidal en oro en el centro.
No en vano en 1942, aprovechando los mil años de la fundación de Castilla,
Correos y Telégrafos saca una serie de sellos para conmemorar tal acontecimiento y en el sello de 20 Céntimos con la leyenda “Milenario de Castilla”, aparece este Torreón.
Su único nombre hasta el siglo XVIII es el de “Torreón de Fernán González”, momento en el que también se empieza a llamar “Torreón de Doña Urraca” debido en gran medida a una leyenda Popular que asegura que la infanta Doña Urraca murió emparedada entre sus muros por su negativa a casarse con el Príncipe de
León, al estar enamorada de un Pastor de la zona.
Dentro de los rumores o leyendas, que rodean el misterio del torreón, existe uno que afirma la existencia de un
pasadizo subterráneo y secreto, que comunicaba la
torre con alguna
casa de la villa, fuera ya de la acrópolis, lo que por otra parte era muy frecuente y casi obligado en este tipo de edificaciones defensivas. Actualmente cobra fuerza la idea de que ese pasadizo comunicara el torreón con la casa de Doña Sancha.
El objetivo de la construcción del torreón fue defender el vado del río Arlanza a su paso por Covarrubias, e impedir que las “racias” musulmanas llegaran al corazón del condado de castilla, el señorío de Lara. Su emplazamiento no es gratuito, ya que se sitúa en la convergencia de las don entradas naturales a Covarrubias y justo desde donde se puede defender perfectamente el paso del río.
Fernán González construyó este torreón sobre los cimientos de otro anterior
Romano, esto lo sabemos porque en la base del muro de la torre de Covarrubias se pueden apreciar claramente los materiales de mampostería con los que estaba construido el cuerpo base de la torre original, lo que hizo que las características de la torre antigua perduraran marcando el diseño de la nueva ya mozárabe.
El edificio es por sí mismo una obra única en este tipo de fortalezas, se trata de una torre en forma de pirámide truncada con una amplia base rectangular que se va estrechando a medida que se asciende, para acceder a la torre existía una
escalera móvil que comunicaba con una
puerta de
arco de herradura situada hacia la mitad de la altura en la cara sur.
De esta manera, en caso de peligro, se retiraba y la fortaleza quedaba como un lugar inexpugnable perfectamente defendido. En un principio la construcción era exenta, es decir, no llevaba ninguna construcción anexada a él y era almenado.
El
palacio de gobierno del infantado de Covarrubias se empieza a construir en el siglo XII alrededor del torreón, cambiando así su aspecto y creando el conjunto histórico que hoy podemos disfrutar. Desde este momento el torreón va a ir sufriendo una serie de transformaciones que lo llevarán a tener el aspecto que hoy en día podemos disfrutar.
En el siglo XIV, se termina de construir el palacio del Infantado alrededor suyo. Es en este momento cuando se abre un acceso en la planta baja, se fabrican los matacanes, y sus respectivos huecos, dando más luminosidad a su interior, y se construye un “Patín” o rampa de acceso, fabricado en sillería, para facilitar el acceso a la torre, y que arrancaba del centro de la base del lado Este y ascendía rodeando el contorno de los muros Este Y Sur.
La siguiente modificación, y más llamativa se produce en el siglo XV, momento en el que se “desmocha” el torreón, suprimiendo el almenado por un
tejado a cuatro
aguas, probablemente como resultado de la “guerra civil” que dividió y asoló Castilla por la sucesión de Enrique IV de Trastámara, donde la Nobleza se dividió en partidarios de Isabel “La Católica” y partidarios de su sobrina Juana “La Beltraneja” (apoyada por Alfonso V de
Portugal, tío de Juana).
Mediado el Siglo XVII, el Palacio de Infantado sufre un grave incendio, que hace imposible su uso y donde se pierden gran cantidad de documentos, siendo prácticamente abandonado hasta que ha principios del siglo XVIII el conjunto pasa a ser de propiedad privada. Los nuevos propietarios reconstruyen el conjunto de acuerdo a sus necesidades, y la dan el uso de casa solariega, teniendo prácticamente el aspecto que hoy en día se puede observar. La última modificación se acomete en el año 1971, donde tras una profunda restauración, la dirección general de Patrimonio decide destruir el “Patín” de acceso del siglo XIV, quedando el conjunto como se observa en la actualidad.