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Villa medieval, COVARRUBIAS

2ª parte Para empezar a pasear por la antigua Covarrubias debes pasar bajo el arco del archivo del Adelantamiento de Castilla. Fue mandado construir por Felipe II en 1575 en honor al doctor Valles, el único que conseguía aliviar el dolor que el rey sufría por la gota. Este archivo fue el primero que se hizo en piedra y hierro, y no en madera, por el miedo a los incendios. Es de estilo herreriano, ocho contrafuertes y tres alturas. Este edificio fue un centro de documentación de todas las escrituras que emanaban del Adelantamiento de Castilla, cuyo tribunal y sede estaba en Burgos, pero en el siglo XVIII perdió su función, ya que se transladó todo lo que en él había al actual Archivo General de Simancas. Sobre la entrada se puede ver el escudo de Felipe II, que está considerado el más perfecto y completo que conservamos del mismo. Las rejas de hierro de las ventanas y contraventanas son todavía las originales.
Una vez allí vamos viendo cómo eran las villas medievales en los pueblos castellanos. El trazado urbano es medieval: calles estrechas y muchas plazas. Las casas de la villa Rachela tienen sus fachadas blancas de adobe con entramados de madera, bien cuidadas, hechas con piedra en la planta baja. Solían tener tres plantas: en la baja vivían los animales, en la primera, la gente y la última servía de almacén. Y muchos soportales y balconadas. Como parte del turismo activo de este pueblo, artistas de la localidad han recreado estas fachadas tradicionales en forma de papeleras, que te da hasta pena tirar cosas dentro de ellas de lo bonitas que son. Algo único y original donde lo haya, que llama la atención y embellece aún más si cabe este lugar.
Como escondido, formando un bonito rincón, se encuentra el Torreón de Fernán González, también llamado la torre de «La Emparedada», pues se cuenta que en ella habría estado encerrada Urraca, la hija del conde, según dice la leyenda que por amoríos con un pastor, aunque, si realmente estuvo encerrada sería porque no estaba por la labor de casarse con quien la mandaba su padre. Es del siglo X, edificada tal vez sobre otra anterior. Tiene muros de hasta cuatro metros de grosor, esquinas con sillares, saeteras y matacanes para arrojar agua hirviendo. Se accede a la torre por medio de una escalera móvil, hacia la mitad de su altura, en la cara que da al río, a través de una puerta que forma un arco de herradura. De este modo, en caso de ataque la escalera se retiraba y la fortaleza era inexpugnable. Tiene cuatro plantas y faltaría el adarve almenado.
Hasta la segunda mitad del siglo XVI Covarrubias estuvo totalmente amurallada. Chindasvinto ya había levantado una muralla en el siglo VII que fue destruída un siglo después. Fernán González y su hijo Garci levantaron de nuevo las murallas. Hoy lo único que podemos ver de ellas es el tramo restaurado que recorre el camino desde la Colegiata hasta el puente so­bre el Arlanza y junto a la iglesia de Santo Tomás. En su momento pasaba por detrás de la iglesia de Santo Tomás hasta el Archivo del Adelan­tamiento y desde éste enlazaban de nuevo con la Colegiata. Tendría una entrada junto al edificio del Adelantamiento de Castilla y otra sobre el puente, destruída en 1888, representada en el escudo de la villa, con tres arcos románicos y uno de herradura, provisto de rastrillos y que durante siglos sirvió de cárcel. Hasta que, en el siglo XVI, el «Divino Valles» ordenase derribarlas.
Esta es la iglesia de Santo Tomás, del siglo XII, pero lo que hoy podemos observar es del siglo XV, aunque ello no la hace menos hermosa. En ella se encuentran cosas muy interesantes, como un órgano del siglo XVIII que, aunque menos antiguo que el de la Colegiata, sigue sonando increíblemente bien (tiene fama de ello), una colección de retablos, la vidriera renacentista que representa la natividad, la hermosa pila bautismal románica o la escalera plateresca.
La verdadera joya de Covarrubias, junto con el torreón, es la excolegiata de San Cosme y San Damián, que se encuentra junto al río Arlanza. Se convirtió en colegiata en el 1218 gracias a Fernando III, padre del infante Felipe de Castilla. Perdió este título y la dignidad abacial en 1851, con lo que el abad perdió la jurisdicción eclesiástica aunque mantuvo la civil, pues seguía siendo señor natural del Infantado de Covarrubias.
Su guía explica de forma clara y exhaustiva todo lo que vemos, se sabe todos los datos de pe a pa. Parece un poco rígido pero sabe de lo que habla.
La iglesia actual es del siglo XV, ya sabemos que hubo una en época visigoda y luego otra románica. Posee planta de cruz latina con tres naves, la central más alta y ancha que las laterales, con bóvedas de terceletes. Entre sus capillas destacan la del Carmen o de las reliquias, que conserva la pila bautismal románica de los siglos XI-XII, y la de los Santos Reyes, donde estuvo situado el magnífico tríptico de los Reyes Magos, que da nombre a la capilla, y que actualmente se puede visitar en el museo parroquial.
En el presbiterio están los sepulcros del conde Fernán González y de su esposa Sancha de Pamplona, trasladados desde el monasterio de San Pedro de Arlanza en el año 1841, de la reina Urraca Fernández y también el de Urraca García. También podemos encontrar el órgano más antiguo de Castilla que sigue sonando, del siglo XVI. Es una iglesia preciosa.
Destaca también su hermoso claustro del siglo XVI; en él está el sepulcro gótico de la infanta Cristina de Noruega, primera esposa del infante Felipe de Castilla y Suabia. Dicen que si estás soltera (o soltero, no vayamos a liarla) pero deseando encontrar pareja, tienes que pasar por el claustro de la Colegiata, buscar el sarcófago de la princesa y hacer sonar la campana que hay justo al lado y en un año tendrás pareja. Me pregunto si será porque por donde pasaba la chica con el cortejo nupcial los reyes, príncipes y nobles se la declaraban. Este sepulcro es de piedra labrada con una arquería de 10 vanos y un friso superior de roleos.
En el museo parroquial se guardan auténticos tesoros: diferentes piezas de arte religioso, que abarcan desde el románico hasta el barroco, documentos relacionados con la historia de la colegiata, muebles, ropas litúrgicas, pinturas, orfebrería, incluso capiteles románicos. Es algo enorme y se ve muy bien cuidado y organizado.
Necesito destacar, en la segunda sala, la magnífica cubierta mudéjar de madera, con decoración pictórica de escudos y flores. Si es que este tipo de techumbres me parecen de una belleza impresionante.
Ésta es la pieza sacra más importante de todas las que tiene el museo: el Tríptico de los Reyes Magos, de comienzos del siglo XVI, encargada por un Covarrubias para el altar de su capilla familiar. Pero ya te digo, la pieza que más me gustó fue la anterior.
Obviamente hay más cosas de las que hablar, como los cruceros que se encuentran frente al torreón y frente al Archivo; la casa de Doña Sancha; el ayuntamiento, antiguo palacio de Fernán González.
También voy a hablar de la ermita de San Olav. Ésta no fuimos a verla porque se encuentra en las afueras pero tiene una historia bastante singular. Felipe, esposo de la infanta Cristina de Noruega, prometió a ésta construir una capilla en honor al santo patrón de su país, San Olav. Pero el maridín pronto olvidó su promesa con una nueva esposa. En el año 1958 la Academia Fernán González estudió los sepulcros de la Colegiata y se encontraron en uno de ellos los restos de una mujer que llevaba puestos ricos ropajes incorruptos con restos de bordados de oro, piedras preciosas y joyas. Medía 1,70 metros, más de lo normal para haber sido una dama castellana del siglo XIII, pero algo normal en las mujeres de Europa del Norte. También tenía intacto su pelo rubio y sus uñas rosadas. Al darse cuenta de que era la princesa Cristina, ese mismo año se le rinde un homenaje y se coloca una lápida conmemorativa sobre su sepulcro. En 1978 se le rinde otro homenaje con presencia de personalidades noruegas y frente a la portada de la colegiata se erige una estatua en bronce de la princesa. Tras varios años de contacto entre Noruega y Covarrubias decidieron crear la Fundación Princesa Kristina de Noruega, responsable de la construcción de la ermita en el año 2011, y a la celebrar anualmente, a finales de septiembre (coincidiendo con la fecha de inauguración de la Capilla de San Olav), un festival de música noruega y un mercadillo de productos típicos noruegos en la misma Covarrubias. Ésto sí que me gustaría verlo. Pero no la ermita, sólo la he conocido por fotos y a mí, personalmente, no me gusta, es muy distinta a todo lo que he visto antes. Está hecha en acero y madera, y se supone que tiene forma de barco vikingo al revés. Demasiado contemporanea para mi gusto, y algo así en un pueblo tan medieval, no creo que quede bien. Imagino que por eso decidieron ponerla a las afueras.
Este pueblo sabe que su aspecto y su historia son importantes para su economía y por ello, desde hace años, se ha esforzado por mantener su esencia y por estudiar sus raíces, realizando numerosos eventos culturales, gastronómicos, deportivos, romerías, fiestas patronales, concentraciones moteras, mercado navideño… Toda esta actividad la ha llevado a recibir numerosas distinciones y premios: Conjunto Histórico-Artístico Nacional, Conjunto Histórico, premio de Turismo y Embellecimiento, premio Europa Nostra, Antena de Oro – Cultura y en 2017 la villa rachela entra a formar parte de la asociación de los Pueblos más Bonitos de España.