SAN AGUSTÍN
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En las riberas del mar
Se paseaba Agustino:
Altos pensamientos tiene,
Hijos de su ingenio altivo.
Lo que presume entender
Ningún mortal lo ha entendido;
Cómo es Dios uno en esencia,
Siendo en las personas trino.
Cuando está pensando en ello
Volvió el rostro y vio que un niño
Sentado estaba en la arena,
A los pies de un pardo risco:
Ensortijado el cabello,
Largo, crespo, rubio y rizo,
Con dos estrellas por ojos
Engastados de zafiros:
Como marfil terso el rostro
Y de rubíes ceñidos
Los labios, que parecían
Venda de gasa de Tiro.
En sacar agua del mar
El niño está divertido,
Con una madre de perlas,
Concha de su nácar limpio.
- ¿Qué haces, dice Agustín,
Niño hermoso en este sitio,
Que me da pena, si acaso
Vas de tus padres perdido?
-No estoy en vano, responde;
Que reducir solicito
El mar inmenso que ves
A este pequeño resquicio.-
Agustino le responde:
-No te canses, niño mío,
Que es imposible agotar
El mar inmenso en mil siglos.
-Pues lo mismo me parece
Que hacéis vos, padre le dijo;
Por que es saber lo que es Dios
Proceder en infinito.
Que cómo el mar Océano
No es posible reducirlo
Con esta concha a esta quiebra
Ni agotar su inmenso abismo,
Así vos el mar de Dios
Eterno e incircunscrito
Con vuestro ingenio mortal,
Aunque ingenio peregrino.-
Quedó Agustín admirado,
Y humilde advertido
Que no fuera Dios quien es
Si fuera Dios entendido.
Quiso el niño responder,
Y no halló cuanto quiso,
Desengañado que Dios
No cabe en mortal sentido.
Desde entonces escribió
Que era más seguro asilo
El creer que entender,
Que Dios se entiende así mismo.
Lópe de Vega.
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En las riberas del mar
Se paseaba Agustino:
Altos pensamientos tiene,
Hijos de su ingenio altivo.
Lo que presume entender
Ningún mortal lo ha entendido;
Cómo es Dios uno en esencia,
Siendo en las personas trino.
Cuando está pensando en ello
Volvió el rostro y vio que un niño
Sentado estaba en la arena,
A los pies de un pardo risco:
Ensortijado el cabello,
Largo, crespo, rubio y rizo,
Con dos estrellas por ojos
Engastados de zafiros:
Como marfil terso el rostro
Y de rubíes ceñidos
Los labios, que parecían
Venda de gasa de Tiro.
En sacar agua del mar
El niño está divertido,
Con una madre de perlas,
Concha de su nácar limpio.
- ¿Qué haces, dice Agustín,
Niño hermoso en este sitio,
Que me da pena, si acaso
Vas de tus padres perdido?
-No estoy en vano, responde;
Que reducir solicito
El mar inmenso que ves
A este pequeño resquicio.-
Agustino le responde:
-No te canses, niño mío,
Que es imposible agotar
El mar inmenso en mil siglos.
-Pues lo mismo me parece
Que hacéis vos, padre le dijo;
Por que es saber lo que es Dios
Proceder en infinito.
Que cómo el mar Océano
No es posible reducirlo
Con esta concha a esta quiebra
Ni agotar su inmenso abismo,
Así vos el mar de Dios
Eterno e incircunscrito
Con vuestro ingenio mortal,
Aunque ingenio peregrino.-
Quedó Agustín admirado,
Y humilde advertido
Que no fuera Dios quien es
Si fuera Dios entendido.
Quiso el niño responder,
Y no halló cuanto quiso,
Desengañado que Dios
No cabe en mortal sentido.
Desde entonces escribió
Que era más seguro asilo
El creer que entender,
Que Dios se entiende así mismo.
Lópe de Vega.
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