“Aquí aparecen también restos del periodo visigodo”, apunta Clara López. Una infinidad de grabados con frases y nombres de los visitantes del yacimiento muestran por qué la entrada libre se cerró hace décadas. El recorrido concluye en el interior de la
ermita de
San Tirso y San Bernabé. El templo cuenta con una colección de pinturas murales anónimas -datadas de 1705 y 1877- que relatan los martirios y milagros del
santo.