El último hito de nuestro itinerario espeleológico marca la vuelta al
Circo de
San Bernabé siguiendo nuestros pasos y redescubriendo este mundo subterráneo, reservado a quien se atreva a adentrarse en él. Los
montes del Somo y el macizo de Castro Valnera, en cuyas dos vertientes se desarrolló el modo de vida pasiego, limitan por el norte, a modo de barrera natural, este territorio en el que las
aguas que descienden de las alturas han disuelto las calizas de su suelo dando lugar a cientos de kilómetros de galerías subterráneas y a las numerosas
cuevas que le dieron su nombre: “subtus cova”, es decir, “bajo la
cueva”.