por Pedro Lozano
Huerta
En su cuidada
fábrica de sillería arenisca, hay que distinguir dos momentos distanciados en el tiempo. Primeramente se construyó una nave
románica que se concluyó en un
ábside semicircular. En 1777 el templo recibió una ampliación. Se demolió el
arco triunfal y la cabecera, para así levantar un ábside más
monumental. Este ábside se encuentra elevado con respecto a la nave y está separado de ella con la ayuda de un arco triunfal. La nave, la cual es el único resto
románico, se cubre con la habitual
bóveda de cañón, que mediante los
arcos perpiaños idóneos, se compartimenta en seis tramos. Es la imposta corrida abilletada la que ayuda a esta unión, además de los
capiteles de las
columnas que ayuda a su sustento. Gracias a la variación de los elementos de reposo se consigue una novedad que es la originalidad. Esta organización provoca que los muros de la nave si dividan en tres tramos.
En el exterior se encuentra el elemento decorativo y constructivo con más relevancia, la
portada románica. Esta está abierta en el segundo tramo de la línea del muro septentrional y son dos contrafuertes los que se encargan de protegerla. Consta de doble arquivolta, la exterior que se encuentra bocelada y la interior que presenta un bocel estrangulado con anillos ornamentados con dientes de
sierra. Esta arquivolta desciende en dos finas y estilizadas columnas. Dos de sus fustes se adornan con un fino reticulado y todos están rematados por capiteles de ornamentación vegetal. Sus cimacios están labrados con motivos geométricos y salen del semicírculo del arco hasta encontrarse con los respectivos contrafuertes. El tímpano que descansa sobre postes prismáticos se trata de un elemento muy singular que se adorna con semicírculos y arcos polilobulados acogidos por un arco angrelado. Esta ornamenta tiene influencia islámica. El centro se embellece con dos arquitos semicirculares ciegos y una rosa. Esta entrada es protegida por una chambrana de billetes. La portada va protegida por una cornisa sostenida por seis figuras como pueden ser felinos, arpías…Sobre ella se apoyan ds columnas cilíndricas con historiados de guerreros a
caballo. El tejaroz se aguanta con figuras antropomórficas, zoomórficas y vegetales que se mantienen en buen en estado. Finalmente podemos destacar la forma ajedrezada que presenta el óculo del muro hastial que se encuentra debajo de la
espadaña. El abocinamiento que se aprecia tanto en el exterior como en el interior es posible gracias a sus cuatro círculos concéntricos.
Escultura
Otro de los aspectos a destacar de esta
ermita es la escultura que se encuentra en los arcos fajones, en la portada y los vanos y también en los
canecillos, algunos de ellos removidos durante la reforma. Al no seguir un orden el conjunto se convirtió en algo indescifrable en la que algunas de las escenas que podría haber están fragmentadas. Un ejemplo es una de las representaciones que trataba sobre la
historia de Jesús y la Samaritana, ya que en la actualidad cada uno aparece en un lado distinto del templo. Las elegantes, esbeltas y conservadas proporciones, además de la cuidada y variada escultura, hacen de la ermita una sorpresa para todo visitante. Esto también produjo que se incorpore al románico de La Bureba a pesar de no estar geográficamente en esta comarca. El inicio de las obras se estima a mediados del siglo XII, tal y como se puede entender del estudio de la escultura monumental del templo.