Iglesia de
Santa Cecilia. Es un
edificio renacentista, del siglo XVI, de planta de
salón, que presenta tres naves de igual altura, con bellas
bóvedas estrelladas y un magnífico
ábside, cubierto por una
bóveda avenerada. Otras dos
iglesias destacan en la localidad. La de santa María de Berrueza, reconstruida en el siglo XVIII y presidida por un gran baldaquino barroco y la de
San Nicolás, con su impresionante
retablo tardo-
gótico de fray Alonso de
Zamora. Se trata de un templo de tres naves, planta de salón, muros de
piedra de sillería, de aparejo regular y cubierta de bóveda de crucería estrellada, de nervios combados y recuerdos góticos.
La estructura se apea sobre gruesos muros, cuatro pilares y seis pilastras de las que arranca la tupida red de nervios que ornamenta la cubierta.
El ábside, componente muy señalado y significando en el conjunto del templo, tiene la particularidad de presentar planta cuadrada en el arranque
para luego desarrollarse en un polígono de cinco lados.
Destaca la cubierta avenerada, de estilo renacentista, que remata el conjunto, y está apoyada sobre dos pechinas para conseguir la forma pentagonal en su parte superior.
Esta iglesia fue saqueada por los franceses en la batalla de espinosa, la iglesia se sitúa sobre los cimientos de una anterior, que era
románica y que estaba situada en el mismo lugar, de esta iglesia se conserva una
columna adosada al muro Sur. El edificio actual se empezó a construir en 1.527.
Por más de mil años Santa Cecilia ha sido muy venerada en la Iglesia Católica.
Una
tradición muy antigua dice que pertenecía a una de las principales
familias de Roma, que acostumbraba vestir una túnica de tela muy áspera y que había consagrado a Dios su virginidad. Sus padres la comprometieron en matrimonio con un
joven llamado Valeriano, pero Cecilia le dijo a éste que ella había hecho voto de virginidad y que si él quería ver al ángel de Dios debía hacerse cristiano. Valeriano se hizo instruir por el Papa Urbano y fue bautizado. Luego entre Cecilia y Valeriano convencieron a Tiburcio, el hermano de éste, y lograron que también se hiciera cristiano. Las historias antiguas dicen que Cecilia veía a su ángel de la guarda. El alcalde de Roma, Almaquio, había prohibido sepultar los cadáveres de los cristianos. Pero Valeriano y Tiburcio se dedicaron a sepultar todos los cadáveres de cristianos que encontraban. Por eso fueron arrestados. Llevados ante el alcalde, éste les pidió que declararan que adoraban a Júpiter. Ellos le dijeron que únicamente adoraban al verdadero Dios del
cielo y a su Hijo Jesucristo. Entonces fueron ferozmente azotados y luego les dieron muerte. Los dos
santos mártires animaban a los demás cristianos de Roma a sufrir con gusto todos los horrores, con tal de no ser infieles a la santa religión.
En seguida la policía arrestó a Cecilia y le exigió que renunciara a la religión de
Cristo. Ella declaró que prefería la muerte antes que renegar de la verdadera religión. Entonces fue llevada junto a un
horno caliente para tratar de sofocarle con los terribles gases que salían de allí, pero en vez de asfixiarse ella cantaba gozosa (quizás por eso la han nombrado patrona de los músicos). Visto que con este martirio no podían acabar con ella, el cruel Almaquio mandó que le cortaran la cabeza. La santa, antes de morir le pidió al Papa Urbano que convirtiera su hermosa
casa en un templo para orar, y así lo hicieron después de su martirio. Antes de morir, había repartido todos sus bienes entre los pobres. En 1599 permitieron al
escultor Maderna ver el cuerpo incorrupto de la santa y él fabricó una
estatua en mármol de ella, muy hermosa, la cual se conserva en la iglesia de Santa Cecilia en Roma. Está acostada de lado y parece que habla.