Don Sancho ordenó que arrojasen al
río una gran cantidad de paja, y Mahomad, al ver la
señal, creyendo muerto al Conde, salió con sus huestes seguro de derrotar a los cristianos. El Conde les acometió por sorpresa antes de llegar a
San Esteban y en la batalla, no se separó de su lado ni un solo instante su escudero y mayordomo Sancho, convirtiéndose sin descanso, en
escudo de la persona de su amo y señor.