Por Yolanda Carranza Berezo
En la parte sur del
valle de Tobalina, cercano al
río Ebro, sobre el que tiende un magnífico
puente medieval, al que llaman
romano, encaramado y arracimado en una
roca, dominada por su altivo
castillo, en una
carretera que, partiendo de la que recorre todo el valle de Tobalina, se adentra por el Portillo de Busto buscando la Bureba y bañado también su
barrio de Abajo por el río Molinar, que discurre por detrás de la peña buscando el río Ebro, encontramos a la “ciudad más pequeña de
España”, la ciudad de
FRÍAS, a 33 km de Briviesca y 75 de
Burgos.
Declarada B. I. C., como conjunto histórico en 1972.
Están situados a su alrededor
Tobera,
Valderrama,
Montejo de Cebas,
Montejo de San Miguel,
Quintana Martín Galíndez,
Santocildes, Quintanamaría y
Quintanaseca.
Surge con pujanza en el siglo X y su nombre aparece en la documentación del
monasterio de San Salvador de Oña el 27 febrero de 1011, aunque Inocencio Cadiñanos Bardeci afirma haberlo encontrado en 867.
El rey Alfonso VIII la restaura, edifica el castillo y le da fueros en el año 1200.
El rey Juan II se la dona a su mayordomo Pedro Fernández de Velasco y la declara ciudad en 1435 y los Reyes Católicos la erigen en ducado en 1492. Es por tanto lugar de señorío perteneciente al duque de Frías, como consta también en las respuestas generales del Catastro del Marqués de la Ensenada.
En el año 1848 afirma Pascual Madoz en su Diccionario geográfico que tenía 790 habitantes. Como la inmensa mayoría de los
pueblos de la provincia, creció generosamente a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX y presentaba en 1900 un censo de 922 personas. Comenzó a decrecer a lo largo de la dura primera mitad del siglo XX y contaba en 1950 con 700 habitantes.
Y no se ha visto libre de los efectos de la emigración de la segunda mitad del siglo, que lo han dejado reducido a 220 habitantes en el año 2000.
Su
monumento más representativo es el castillo roquero, cuya
torre del
homenaje parece que desafía todas las leyes del equilibrio, que conserva unos
ventanales con
capiteles románicos –una centaura amamantando– de discípulos del segundo artista de Silos, en el siglo XII. Está declarado B. I. C desde 1949.
Había al oeste, junto al
pueblo, un
convento de franciscanos, ahora convertido en negocios particulares, y al sur, a las afueras, otro dedicado a Nuestra Señora de Vadillo, de Agustinos, propiedad ahora del
ayuntamiento, en restauración para usos civiles comunes.
Es también digna de admirar la torre defensiva, del siglo XIV, que domina el puente sobre el río Ebro.