Para evitar el recelo de los monjes, dispuso que nadie de Mijangos pudiera avecindarse en
Frías, al calor de los privilegios concedidos poco antes en el fuero. En los inicios, la función defensiva de Frías fue la primordial. Tedeja y Petralata estaban abandonados y en toda esta zona del Alto Ebro no habrá otra fortaleza que la defienda.