Pero el rey no se limitó a organizar el nuevo municipio de
Frías y después dejarle a su aire. En su primer testamento de 1204 ordenaría que la nueva población fuera deshechas y los llegados volvieran a sus
casas por los muchos daños ocasionados a los lugares de origen. El extraño mandato no se cumplió, seguramente por encontrarse ya muy arraigada.