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Interior de la Iglesia de Santa María, FUENTE URBEL

Fuente Urbel es un pueblecito situado al norte de la provincia de Burgos, en la comarca de los Páramos, casi en el límite con Palencia.
Su iglesia de Santa María presenta varias fases constructivas. La que nos interesa, la románica, de finales del XII a principios del XII se limita a la cabecera y parte de la nave.
Uno de los aspectos más destacables de esta iglesia es su escultura, inscrita en lo que Magdalena Ilardia denomina como taller de Mena-Villadiego, grupo de escultores que trabajaron en el valle de Mena (Siones, San Pantaleón de Losa, La Cerca, etc) e irradiaron su influencia hacia el norte de Burgos (Fuente Urbel y la Piedra) y hacia la Transmiera cantábrica (Santa María de Bareyo y San Román de Escalante). Sus rasgos estilísticos son muy característicos, con figuras de canon corto, voluminosas cabezas, vestiduras rígidas, temática historiada muy simbólica y rasgos fisonómicos duros, que le dan un aire muy enigmático al conjunto.
Al exterior, el ábside está dividido en tres paños por unas columnas adosadas coronadas con capiteles decorados uno con unas máscaras de cuyas bocas salen serpientes y otro con unos leones o perros devorando una presa. En el tramo central del ábside se abre una ventana decorada con roleos y trazados geométricos, que, desafortunadamente, están muy deteriorados. Lo mismo pasa con la colección de canecillos de la cornisa, con curiosas representaciones animales y de figuraciones humanas: un lector y un músico con los ojos vendados, una sirena....
Y uno muy especial, que representa a una persona tocada con un turbante o barbuquejo con la cara llena de arrugas, que quizás pueda representar a una persona muy anciana o a un enfermo de lepra o cualquier otra enfermedad de la piel... Pero si la iglesia de Fuente Urbel es vistosa exteriormente, interiormente es verdaderamente excepcional. A primera vista, su ábside articulado con arquerías ciegas es de una belleza impactante.
La cabecera está cubierta con bóveda de cuarto de esfera en el ábside y de cañón ligeramente apuntada en el presbiterio. Las bóvedas de crucería octopartitas que cubren la nave son ya del siglo XIV o XV.
Los capiteles del arco triunfal representan escenas bastante reconocibles: el de la izquierda dos jinetes afrontados separados por una figura mediadora que sujeta a los caballos por las bridas. Está muy dañado en su parte inferior.
Seguramente sea una representación de la llamada "Paz o Tregua de Dios", en la que la figura central representaría a la iglesia, empeñada en acabar con la belicosidad de la nobleza imponiendo ciertos días al año en que estaba prohibido guerrear.
El otro es la típica escena de un caballero luchando contra una bestia, en este caso un león, como símbolo de la lucha del bien contra el mal.
En el muro norte del presbiterio encontramos una ventana cuya rosca está decorada con una escena del pecado original.
En el centro el árbol del bien y del mal con la serpiente enroscada y a la derecha, Adán y Eva, avergonzados tras su pecado cubriéndose el cuerpo con una especie de paños. Adán se lleva la mano a la garganta, se le ha "atragantado" el bocado.
Enfrente una figura un poco difícil de interpretar. Se trata de un personaje con un zurrón y un cayado, que lleva en su cabeza un haz de espigas. Podría ser la representación de Adán condenado al trabajo tras el pecado original, o de alguno de sus hijos (Caín y Abel) o quizás de los dos, puesto que el personaje porta instrumentos que aluden tanto al oficio de pastor (cayado y zurrón) propio de Abel, como de agricultor (haz de trigo) que era el oficio de Caín.
En los capiteles de la ventana vemos representados una máscara vomitando tallos y tres individuos en una barca pescando, pues parece que uno de ellos lleva ensartado un pez en una vara, mientras que los otros dos parecen remar. Algunos autores coinciden en que se trata de la representación de la pesca milagrosa.
La ventana del lado sur del presbiterio sólo conserva uno de los capiteles, y desde luego, es de un estilo mucho más rudo.
El hemiciclo absidal está articulado mediante circo arcos de medio punto (el último mutilado para dejar hueco a una ventana bastante posterior). Las roscas de dos de ellos están primorosamente decoradas con cenefas de ovas y de entrelazados,
Los capiteles, de gran tamaño, pues apoyan en columnas pareadas, nos ofrecen un repertorio muy variado y ciertamente, constituyen lo más extraordinario de la iglesia de Santa María.
Los dos primeros nos muestran decoración vegetal y dos sirenas pájaro (o algo parecido) atadas por el cuello. ¿Os parece que entre ellas pueda haber una copa?
Y ahora vamos a ver los dos capiteles más enigmáticos de la iglesia (por si hubiéramos visto ya pocas rarezas):
En el primero vemos una serie de cabecitas, no sabría decir si humanas o no, tapadas con una especie de manta, que nos observan seriamente con un rictus indescifrable.
No tengo ni idea de los que labraron este capitel nos quisieron decir con esta desconcertante representación.
El otro, que no se queda atrás, representa a dos personajes, uno de ellos sostiene con unas tenazas algo sobre un yunque que el otro golpea con un martillo. Al lado un ave que come de lo que hay en el yunque y defeca en un caldero.
Pedro Luis Huerta, del Centro de Estudios del Románico de la Fundación Santa María la Real, ve aquí la representación de una escena de la saga nórdica de Thidrek. El héroe Wieland, que era herrero había forjado una espada pero estaba descontento con el resultado. Entonces la pulverizó, se la dio a comer a unas aves que había mantenido en ayunas durante tres días. Recogió los excrementos de estos animales, los fundió y con el hierro obtenido forjó una segunda espada mucho mejor.
Por último, hay una bella pila bautismal gallonada, puede que sea tardorrománica, pero no estoy completamente seguro