LA JUSTICIA
La tradición conservó aureolados por la leyenda, los nombres de dos de aquellos primeros jueces, en quienes están comprendidos otros muchos, que juzgaron por fuero de albedrío. Desde que, hacia 1160 se escribe la "Crónica Najerense", que recoge noticias populares de época anterior, se les llama siempre Nuño Rasura o Rasuella y Laín Calvo, dos nombres que aparecen con frecuencia en la documentación de León y Castilla, desde los primeros tiempos de la Reconquista. Los dos, dice la leyenda, fueron escogidos entre los caballeros más prudentes, no entre los más poderosos de la tierra. La tradición del siglo XIII, ampliamente representada por el "Toledano", sabe que Laín Calvo fue hombre de humor colérico y que, mal avenido con los alegatos judiciales, consagró su actividad a las fatigas de la guerra. El "Buen Guerreador" le llama el poema de Fernán González, coincidiendo con todas las crónicas antiguas al afirmar que de él vino el Cid Campeador. Este nombre, "Flaginus Lainus", Laín, de cuño acaso ibérico, era bastante usado en aquella pequeña Castilla de la margen superior del Ebro. Lo que no es posible encontrar, es la forma completa de "Flainus Calvus", a pesar de que Sandoval aseguró haberla visto en el documento de las "Millas" de la Iglesia de Santiago, otorgado por Ordoño II, pues ese documento existe y nosotros no vemos semejante cosa. Debemos, por tanto, renunciar a identificar este personaje con ninguno de los "Flaginos" que aparecen en nuestros viejos diplomas. Hay un "Flaginos", abuelo del Cid, que parece haber vivido en la cuenca del Urbel durante la segunda mitad del siglo por, pero éste no puede ser el Laín Calvo de la leyenda sino posiblemente un nieto suyo.
Madrid.
[GoogleBarVIP= 2].
La tradición conservó aureolados por la leyenda, los nombres de dos de aquellos primeros jueces, en quienes están comprendidos otros muchos, que juzgaron por fuero de albedrío. Desde que, hacia 1160 se escribe la "Crónica Najerense", que recoge noticias populares de época anterior, se les llama siempre Nuño Rasura o Rasuella y Laín Calvo, dos nombres que aparecen con frecuencia en la documentación de León y Castilla, desde los primeros tiempos de la Reconquista. Los dos, dice la leyenda, fueron escogidos entre los caballeros más prudentes, no entre los más poderosos de la tierra. La tradición del siglo XIII, ampliamente representada por el "Toledano", sabe que Laín Calvo fue hombre de humor colérico y que, mal avenido con los alegatos judiciales, consagró su actividad a las fatigas de la guerra. El "Buen Guerreador" le llama el poema de Fernán González, coincidiendo con todas las crónicas antiguas al afirmar que de él vino el Cid Campeador. Este nombre, "Flaginus Lainus", Laín, de cuño acaso ibérico, era bastante usado en aquella pequeña Castilla de la margen superior del Ebro. Lo que no es posible encontrar, es la forma completa de "Flainus Calvus", a pesar de que Sandoval aseguró haberla visto en el documento de las "Millas" de la Iglesia de Santiago, otorgado por Ordoño II, pues ese documento existe y nosotros no vemos semejante cosa. Debemos, por tanto, renunciar a identificar este personaje con ninguno de los "Flaginos" que aparecen en nuestros viejos diplomas. Hay un "Flaginos", abuelo del Cid, que parece haber vivido en la cuenca del Urbel durante la segunda mitad del siglo por, pero éste no puede ser el Laín Calvo de la leyenda sino posiblemente un nieto suyo.
Madrid.
[GoogleBarVIP= 2].